Opinión

El péndulo de Pedro

Qué molesto ser Pedro Sánchez en estas elecciones, uff. Que el candidato del PSOE es perfecto estratega, lo ha demostrado con creces, pero que las elecciones las carga el diablo, es cosa tan vieja como la democracia. Convocó comicios para subir en escaños y eso requiere de muchos factores, no necesariamente armonizables.

Para empezar, que Errejón no le moleste en exceso. En segundo lugar, que Vox le reste vigorosamente al PP. Y, tercero, que los electores catalanes y andaluces lo voten a mansalva, porque son los dos grandes reservorios electorales (hay casi nueve millones de andaluces y más de siete millones de catalanes). Y he aquí el problema: que aquellos y éstos piensan y sienten radicalmente en el tema España. Los socialistas andaluces son definitivamente patriotas y partidarios de la solidaridad, al estilo tradicional del PSOE. Los de Cataluña, hacen guiños al secesionismo. Ahí están Iceta y sus declaraciones a favor de un indulto de los golpistas (aunque luego acuda el PSC a las manifestaciones constitucionalistas).

¿Cómo solventar esas diferencias? ¿Cómo decir una cosa y su contraria sin perder votos? El pobre Sánchez anda como un péndulo, zig, zag, zig, zag. Por eso ha corregido ayer su postura a favor de la Constitución y el autonomismo, recogida en el programa electoral, y ha confirmado este miércoles que defenderá la creación de un estado federal mediante una reforma constitucional fundamentada en el carácter plurinacional de España. Por cierto, que ha rescatado la frase de Zapatero: España es una nación de naciones, y Cataluña es una nación. Naturalmente, Miquel Iceta ha salido inmediatamente a jactarse de las presiones de los socialistas catalanes para forzar la rectificación.

¿Qué hacer ahora para mantener exacerbados y militantes a los de Andalucía, tras esta bajada de pantalones? Lo de siempre: meterse con la Iglesia, que además encabrona a los de Vox. Anunciar la ruptura de los acuerdos Iglesia-Estado reaviva un debate clerical muy viejo, muy enterrado en la vida de las personas, (que acuden al Rocío o a las procesiones con toda naturalidad), pero que intenta abundar en el imaginario de la revolución, recuperar una pátina que, desde luego, no tiene el nacionalismo catalán, que es profundamente burgués y egoísta.

Es triste que la ofrenda a los demonios sean siempre la paz social, la concordia, la convivencia. Si algo no nos interesa a los españoles es revivir el fratricidio y, sin embargo, andamos de nuevo en Franco y en los ataques a los altares.

Desde luego que Sánchez es excepcional estratega, pero le importan muy poco las cicatrices que pueda dejar en la piel de toro. Tal vez gane, con su estrategia pendular, pero nos dejará hechos unos zorros.