Opinión

La España que reúne

La España que reúne es el nombre de un manifiesto que presentó en Madrid este miércoles Manuel Valls, uno de los dos o tres políticos de gran valía que todavía hay en España. La España que reúne no cree en banderas como alambradas, aborrece del sectarismo y antepone lo común al zulo. La España que reúne no entiende el consenso como eufemismo de rendición ni confunde la defensa del espacio público con el akelarre de los publicitarios y la facturación industrial de naderías. La España que reúne, formada por ciudadanos libres e iguales, está en pie de guerra contra los eurófobos, los partidarios de la tribu y los enemigos de la soberanía nacional. No reivindica el runrún de la sangre ni los embrujos recalentados, el rutilante pasado, las batallas del abuelo, el prodigioso censo de los mártires o unos teóricos espacios aureolados por la balada lastimera que cantan los muertos. En la España que reúne no hay sitio para la épica de guardarropía o las calientes lágrimas peronistas. La España que reúne desprecia a los coquetos y los equidistantes, los que hablan de «diálogo» en abstracto. La España que reúne no olvida que por cada «moderado», por cada enemigo de la «judicialización de la política», por cada apelación y denuncia de los «los radicales de uno y otro lado», hay un impostor que cacarea, partidario del arcoiris y los cielos rosas, o sea, de la omertà y el triunfo de los poderosos mientras los funcionarios leales a la Constitución sufren en Cataluña escraches y amenazas, cuando no agresiones, y asisten al acoso contra sus familias, niños incluidos. La España que reúne cree que podemos lograr un pacto de los demócratas por los demócratas para los demócratas, que aísle a los partidarios de la segregación y los amigos de la quinoa mental, al los del club del agravio y a la internacional de los nacionalistas unidos por el odio a la razón en marcha. La España que reúne considera que toca defender el perímetro que garantiza los derechos de los españoles y no rema con quienes subrayan las diferencias, más epidérmicas que reales, de los partidos constitucionalistas. La España que reúne distingue lo instrumental de lo que importa y cree en el imperio de la ley y el pluralismo. Incluso en la cordura de los españoles. Me pregunto si no será creer demasiado.