Opinión
Esto es Halloween
Truco, trato y caramelos para los niños. Comienza la campaña con el miedo a que los vivos no se levanten de su tumba y dejen los colegios electorales deshabitados, un largo viento llevándose las papeletas como si en vez de un centro electoral fuese el rodaje de una película del Oeste. Si votaran los difuntos, hoy que los recordamos, Franco el primero, nos darían una sorpresa. Si resucitan a grandes artistas, reconvertidos espectrales en escenarios de mentira, por qué no a los que guarda la tierra. Hoy se limpiarán las tumbas manchadas de basuraleza. Los del más allá no estarán orgullosos de nosotros y los que vendrán nos harán algún día una Causa General por imbéciles. Anoche pasaron chavales a pedir caramelos, tan contentos que me hubiese cambiado por cualquiera de ellos. Los que tenemos sobrada edad para votar en esta era del pesimismo y la nostalgia paseamos por la calle como si fuéramos radiografías, los huesos al aire e ideas raquíticas que habría que ocultar con un taparrabos. Nos dan una semana para pensarlo. Que no se les olvide a los que se desgañitarán haciendo trampas que una opción es quedarse en el sofá viviendo una serie, o tomando unas cañas. Para los que al final superen la pereza y participen de la cursi «fiesta de la democracia» sería deseable que se cumplan las plegarias para que la emoción no nuble el entendimiento. Reaprendamos a sumar. Igual le apetece votar a un determinado partido e introduce el sobre con más rabia que sentido, la misma que sentirá cuando conozca el resultado final. En teoría, todos los votos valen lo mismo, pero muchos se perderán entre un mar de calabazas. La campaña empezó con un cadáver pero no hay más minutos para los tiempos muertos. Las brujas nos acechan y no acertamos a encontrar el hechizo para espantarlas.
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