Opinión

El experimento federal socialista

Vivimos un momento crítico en cuanto a la continuidad de la nación española y del régimen constitucional. El fracaso del “procés” independentista ha dado paso a un asalto permanente del separatismo contra la convivencia y las instituciones. El nacionalismo vasco empieza a culminar su propio proceso de nacionalización del País Vasco y ya aspira a que se le reconozca su identidad nacional. Y han surgido, a la izquierda del PSOE, toda una serie de movimientos y partidos que reivindican una suerte de soberanía para muy diversos pueblos de España, como en un revival del cantonalismo. 

Es en esta circunstancia en el que el PSOE, presionado por los socialistas catalanes de los que depende, ha reincorporado a su programa, para las elecciones del próximo domingo, el federalismo. Dada la situación en la que nos encontramos, se podría pensar que el término “federalismo” significaría lo que quiere decir en otras latitudes, por ejemplo en Estados Unidos y en la Unión Europea. Aquí vendría a ser la culminación del Estado de los Autonomías, con la evaluación de lo ocurrido hasta ahora, la corrección de los problemas que se han suscitado (bien evidentes por lo indicado más arriba) y un reparto claro de las competencias entre el Estado central, o federal, y las Comunidades, sin cerrar la puerta a una posible recuperación de competencias en los casos de fracaso más flagrante, por ejemplo la educación, y otras en las que se consolidaría el principio de descentralización. No es así, sin embargo. La propuesta del PSOE-PSC parte de la constatación de que el Estado de las Autonomías ha sido una etapa transitoria que inicia la corrección de una disfuncionalidad de fondo, como es la de la naturaleza misma de la nación española. La hora del federalismo significa la entrada en una nueva etapa en la que se procederá a la deconstrucción definitiva de ese mecanismo defectuoso que es la España constitucional para recomponer después una nueva unidad a partir de la rearticulación de unas entidades vivas, auténticas, que son las naciones (vasca, catalana, tal vez gallega) a las que por fin se les reconoce su identidad. Es la España plurinacional. 

Ese es el experimento al que nos invita el PSOE-PSC. La alternativa es clara: un pacto con las demás fuerzas constitucionales nacionales. Pero eso querría decir que el PSOE ha dejado de ser el principal problema político español. Y eso, por desgracia, no va a ocurrir.