Opinión

Casado también en su hora

«Con Iglesias sí». El repetido, nada gratuito y muy inducido grito de la militancia socialista en los aledaños de la sede de Ferraz la noche electoral no ha tardado en tener fiel reflejo de palabra y obra, con firma de por medio. Habrá gobierno de la izquierda con las consiguientes dosis de cloroformo para que Pedro Sánchez pueda dormir, ahora sí, a pierna suelta. El rápido acuerdo sin dar a otros partidos constitucionalistas como el PP más pie que los avisos de la vicepresidenta en funciones «no, con Casado no», deja precisamente al líder de los populares en una posición, que aun no siendo confortable alberga todo un amplio elenco de maniobrabilidad política del que el propio Casado ya hizo gala en la tarde de ayer con su comparecencia ante la Prensa.

El presidente del PP aunque joven tiene ya las suficientes hojas selladas en su cartilla de servicios como para haber colegido de inmediato que un «no es no» a Sánchez como el que éste esgrimió frente a Rajoy, tal vez no fuera la mejor de las ideas. Ni siquiera le ha hecho falta. Esta vez es el propio líder socialista el que ha preferido adelantarse con el hecho consumado de su matrimonio de conveniencia con Iglesias evitando así la carga de dar la espalda ante todos los españoles –entre ellos muchos no militantes pero sí votantes del PSOE– a un posible acuerdo constitucionalista con la situación en Cataluña y la crisis económica en ciernes como grandes retos a enfrentar. Sánchez ha optado por unas prisas a la hora de escenificar su acuerdo de «progreso» que le acaban evitando esgrimir un «no gracias» a cualquier ofrecimiento para tejer un inédito gran pacto transversal ante la situación de urgencia que sufre el país especialmente en lo relativo al órdago secesionista que aspira a romper la unidad territorial. El elector de centro derecha y también del centro izquierda, los que votan más con la cabeza que con el corazón o las tripas lo habrían entendido a la larga, pero por desgracia vivimos en una democracia que, a diferencia de otras más consolidadas y menos acomplejadas sufre la mayor de las alergias a cualquier entendimiento entre los dos grandes partidos que desde hace décadas han alternado la responsabilidad de gobierno y han cuajado un magma constitucional hoy puesto en cuestión, de entrada, por un nuevo parlamento nacido de las urnas el pasado domingo, en el que al menos la tercera parte de los escaños no son precisamente proclives a la defensa de la Carta Magna.

La de ayer puede que no sea una gran noticia para España, pero desde un punto de vista estrictamente político no es mala para Pablo Casado, libre de pies y manos para erigirse en única referencia de oposición a un gobierno de izquierda pura y dura…O algo más que, a diferencia de la experiencia ZP no llegará con las arcas del Estado precisamente llenas para el reparto de dádivas. Curioso principio de acuerdo el mismo día en el que el «Parlament» revalidaba «a su manera» la autodeterminación de Cataluña y los CDR seguían montándola en la frontera con Francia. Veremos…veremos.