Opinión

Rosalía, ¿a quién más hay que joder?

Más de tres millones de españoles han votado a Vox. Nos guste o no. La izquierda ha engordado al perro hasta hacerle parecer un dóberman de pelo largo, una nueva raza que muerde apenas te acercas a ofrecerle unas chuches. Se pondrán las botas. Otros tantos, algo menos, han elegido a Podemos, a los que veremos brillar en el laberinto de la Moncloa como en la película «El resplandor». Iglesias puede acabar tal que Jack Nicholson hacha en mano mientras la nieve cerca la fortaleza. Rosalía, cantante de exuberante fama subida a una ola osada, lanzó un mensaje del que todavía quedan ecos en las redes sociales: «Fuck Vox» (que le jodan a Vox). Tendría que preguntarse, más allá del trá trá, por qué esas personas han elegido la papeleta verde. Diría que no ha sido una enajenación mental colectiva. Y también por qué hay que joder a Vox y cae el silencio sobre otras opciones que se alejan de la moderación y han provocado (no de boquilla, como hasta ahora Vox) un tsunami negro, he ahí a los 869.000 votos de ERC y los 527.000 de JXC, responsables del jaque al Estado. Rosalía es catalana y tal vez pueda explicarlo con argumentos de enjundia. Y por qué no «Fuck Bildu» al que respaldan 276.000 electores. Otegui pide «impunidad» para treinta etarras. Es su exigencia al presidente ante la investidura. Blanquear la sangre merece un comentario. ¿Le parece bien a los rosalíos? El cordón sanitario que establece la «gauche divine» sobre los de Vox se haría más comprensible si se ampliara a opciones que a algunos nos parecen terribles pero que tienen un importante apoyo popular. No hay que engañarse. Lo demás no deja de ser mamarrachismo de purpurina. Joder a 3.640.043 votantes de Vox es mucho joder, aunque visto lo visto estos días, queda guay hasta desear a la mujer de Abascal que la violaran. La izquierda tenía al PP como escupidera pero han encontrado una mejor diana a la que arrojar sus dardos de las ira. Es una obsesión de enfermedad terminal que termina por volverlos dementes. Será la estrategia de la Legislatura. Por muchas barbaridades que legisle la coalición del abrazo chungo siempre quedará Vox para señalarlos y amenazar: «O esto o la ultraderecha» que se come a los niños, expulsará a los inmigrantes (no se cuentan los que en su día se exiliaron del País Vasco y ahora de Cataluña) y devolverá a Franco a su ridículo panteón. Es la perfecta excusa para hacer el cafre. Un poco de mesura a los ultrafaltones.