Opinión
Sánchez, la realidad era esto
La historia reciente de España se parece cada vez más a un episodio de esos documentales sobre misiones imposibles. La búsqueda del Santo Grial, el robo del radar de Hitler o los secretos de la tumba de Tutankamón se antojan gestas más sencillas que la de hilar un traje a la península sin que se le note los lamparones de mugre o las descosidos de la vergüenza de pactar con los que anhelan otra pasarela que no desfile por la meseta. Vivimos en un continuo clímax, lo que hace aburrido los verdaderos orgasmos múltiples, que ya son como un roce consentido en un ascensor. Sánchez lo sabe o debería saberlo. Le pondrán la investidura tan difícil que el nuevo Gobierno no se comerá el turrón en Moncloa como vaticinaba el presidente. Esto tiene pinta de tardar por vía administrativa como la exhumación de Franco, que parecía cosa de una mañana de sepulturero y acabó convirtiéndose en un éxtasis aplazado. El PP y Cs evidenciaron ayer con su apoyo al rechazo a la república digital catalana que una cosa es el deseo y otra la realidad y más allá están los placeres prohibidos por seguir la senda de Luis Cernuda. Los independentistas suben el precio de la investidura como en una subasta donde se juega el futuro del cuadro más caro del mundo. Vender España por trozos no parece un buen negocio, por muy bien que le parezca al aspirante a vicepresidente Pablo Iglesias. La coalición está herida antes de la primera batalla. Para cuando llegue la guerra el parte de bajas será considerable. La sopa de letras se vuelve agria y desolada. Podrá el presidente sentarse a negociar, puede incluso conseguir esos apoyos indecentes, pero los días que le toque votar las exigencias chulescas con las que vienen a Madrid los rufianes boys sentirá en su cogote el frío aliento de las parcas y mirará a PP y Cs como un niño un juguete el día de los Reyes Magos. Ayer tuvo un ejemplo. Como titula Ferlosio,vendrán más años malos y nos harán más ciegos. La petición de un referéndum para abolir la Monarquía y otras ideas trampa de los que se dicen que respetan la Constitución aunque en realidad desean que baje las consecuencias de sus emisiones. La llevarán a la Cumbre del Clima. Media España mira a Sánchez como a Nerón, tocando la lira mientras Roma olía a carne quemada. Aquí ponemos cordones sanitarios a Vox y regalamos vacunas a señores que ni con un pinchazo se curarán de la rabia perruna. Hay gente que siente el miedo de los ataúdes, una revolución se larva del lado de los que parecen mansos y quieren acabar con el silencio de los corderos. Todo esto Sánchez lo sabe o debería saberlo.
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