Opinión

La disyuntiva del PP

Como me pasé años anunciándolo, ahora puedo repetirlo. El gobierno de Rajoy fue un desastre para España, para la derecha y para su partido. La prueba está en que el Partido Popular ha logrado pasar de una mayoría absolutísima a tener una representación inferior a la de la Alianza Popular de Menuel Fraga que se enfrentó con Felipe González. Que tan magros resultados se vean como buenos indica las dimensiones del descalabro. Lo cierto, sin embargo, es que no son lo peor porque el PP puede pasarse dos décadas fuera del gobierno nacional e incluso corre el riesgo de acabar como la UCD frente a AP, una AP que ahora sería VOX. Con tal tesitura, la única salida que tiene el PP es no buscar a todas horas el antagonismo con VOX sino estudiar las maneras en que podría gobernar con este partido que, a fin de cuentas, es una rama de su tronco.

Mayoritariamente, la gente que vota a VOX votaron y votarían al PP de Aznar, pero consideran el período de Rajoy suspendido entre la frialdad, la altanería y la indiferencia, como mínimo, y la abierta traición, como máximo. Esta búsqueda de un entendimiento con VOX –pensar en Ciudadanos a estas alturas se acerca a lo paranormal– tendría que pasar por reasumir lo que en su día convirtió al PP en un gran partido: austeridad en el gasto y bajadas de impuestos; enfrentamiento con los nacionalismos catalán y vasco recurriendo al código penal si fuera necesario; respaldo a las víctimas del terrorismo por encima de a los verdugos incrustados en las instituciones; abandono total de la ideología de género y defensa de la familia; lucha contra la corrupción y cierre de chiringuitos; educación y sanidad iguales para todos los españoles y una política exterior robusta y patriota más allá de los límites de la Unión Europea.

Sobre esa base, el PP puede llegar a acuerdos con VOX y regresar al poder en coalición. Incluso podría hasta soñar con gobernar en solitario al cabo de los años. Sin embargo, si persiste en adoptar posturas histéricas frente a VOX, en considerarlo su enemigo principal, en asumir las banderas izadas por la izquierda justificándolo con la buena económica que, con Montoro y Guindos, dejó muchísimo que desear, el PP se suicidará. Al final, sufrirá el mismo destino que tanta derecha necia de la triste Historia de España.