Opinión

¡Devuélvanme mi plasma!

En el arranque de la reciente cumbre del clima en Madrid, de la que no salieron grandes conclusiones pero de la que se ha hablado y mucho a propósito de la adolescente Greta, futura muñeca rota, una periodista chilena llegada a Madrid desde lejanas latitudes como otros muchos informadores para dar cuenta de la COP-25 sacaba los colores, no tanto al presidente del Gobierno en funciones como a la inane y adormecida Prensa española acostumbrada a «tuits» y comunicados sin preguntas, al denunciar ante Pedro Sánchez algo tan alejado del ADN de una democracia seria, como es organizar una rueda de Prensa, no solo con la concesión de dos únicas preguntas sino, más esperpéntico pero no menos grave, con la imposición del contenido global sobre lo que se debía preguntar. Que venga una periodista desde el cono sur de América a cantar las cuarenta a nuestros políticos, cosa que en este país tan europeo no hacemos los directamente afectados con la consiguiente merma del derecho a la información ya es para preocuparse, pero que casi haya que darse con un canto en los dientes para arrancar un par de preguntas en según qué comparecencias públicas de nuestros políticos, sencillamente comienza a ser grave. La semana pasada la sala de prensa de Moncloa, la mejor adaptada del mundo –y doy fe– para el trabajo de los informadores vivía un episodio parecido. Lamentable. ¿Se acuerdan del «plasma de Rajoy»? pues la misma marea que con un descarnado grito en el cielo clamaba desde nuestro periodismo contra las intervenciones –en abierto de un ex presidente del PP ante la junta directiva de su partido– es la misma que hoy camina arrumbada entre la sequía de semanas sin una sola declaración del presidente a propósito de temas tan «menores» como aquella de los ERE a la que ya situamos en el pleistoceno o sin ir más lejos la marcha de unas negociaciones con la extrema izquierda a la que sentará –con toda legitimidad dicho sea de paso– en el Consejo de Ministros y con el separatismo de ERC, por mucho que todo se haga «dentro de la Constitución». Sánchez pasa curiosamente por ser el presidente más viajero de nuestra democracia pero también el más alérgico a comparecer ante los periodistas para hablar, no de lo que globalmente interesa, sino de lo que humildemente afecta a esta pequeña aldea hispana.

Los nuevos soportes tecnológicos y las redes sociales están para quedarse y se supone que también para ayudar, entre otras cosas a la consolidación del sistema de libertades entre cuyos recovecos y lagunas legales saben moverse a la perfección no precisamente para defenderlas, pero nunca pueden servir de justificación como único hilo conductor entre gobernantes y gobernados. Si valoraciones políticas de calado se solventan a través de Twitter, si las comparecencias son con cuentagotas y sin preguntas y si hay que esperar a cometarios en «corrillos» sin la prueba irrefutable de una imagen o un sonido, sencillamente habremos de añorar hasta los «plasmas» de Rajoy…Ah perdón, pero ya tenemos a Greta para ayudarnos a hacer PERIODISMO con mayúsculas.