Opinión

Queridos Reyes Magos

Estimados Señores: ¿Sería posible bajar un poco el ritmo de nuestro temperamento patrio? Ya sé que cada pueblo tiene su identidad y su belleza y bla, bla, bla… pero yo ya no puedo más. No sé cómo lo llevaban Fray Luis de León, que fue a la cárcel, Moratín, que padeció el destierro por orden de Godoy, o el propio Godoy, que también murió en el exilio, pero los españoles, estimados Monarcas Babilonios, nos hacemos la vida imposible los unos a los otros. Señores Magos, lean ustedes los versos doloridos de Machado o pasen por el Prado para ver las pinturas negras, donde nos arreamos garrotazos los unos a los otros. ¿No podrían hacer ustedes algo para que creciésemos en cordura y buen gobierno?

Toda la vida rechazando lugares comunes… y resultan verdaderos. Españoles valientes, individualistas, cainitas, extremistas, soberbios, generosos de corazón, apasionados, envidiosos, pendientes del qué dirán. Y toda una Historia poniéndonos palos en las propias ruedas. Señores Reyes Magos, yo me canso. Pocos pueblos han tenido el coraje de conquistar continentes enteros, dar la vuelta al mundo o batir en retirada, empujando siglo tras siglo, la invasión del enemigo. Ninguno con un tesoro cultural que abarca las mejoras obras de la Literatura universal, pintores enormes y guerreros grandiosos. Pero ninguno tan capaz de despreciarse y maltratarse, dividirse y cuartearse, dilapidar la herencia. Esto es agotador. España como enfermedad… qué bárbaro, no sabéis lo agotador que resulta. Ya que venís, id a ver la peli de Amenábar, «Mientras dure la guerra». No os detengáis en el contexto histórico, que está algo ideologizado –no puede ser de otro modo en la obra de un español–, sino en la figura de ese Unamuno salvaje, ese vasco desmesurado y españolísimo, que primero abomina de la izquierda y después de la derecha y encarna el hombre destrozado por la guerra civil. Donde hay un extremo, hay un español. Y enfrente, otro que se opone. Y ambos intentando montar su propio gobierno e independizarse de los demás. Lo hicimos durante la Reconquista, después en América, luego en el siglo XIX, también en la primera y segunda repúblicas, lo hacemos ahora.

Hablad con Dios, que se ha pasado por un lado, pero se ha quedado corto por otro. Nos ha dado mares de sobra, sol a raudales , la belleza de una tierra que todos desean por la justa combinación de belleza y vida grata, generosa, humanísima. Un espacio ideal para cantar, componer, pintar, escribir, soñar. Y una absoluta incapacidad para gobernarnos. Un empeño histórico en dejar paso hacia el poder a los peores de nosotros. Los más indiferentes al destino común, los egoístas más infantiles, los engreídos inútiles y hueros. Reyes Magos, por favor, moderad España.