Opinión

Cómo enseñar cambio climático en los colegios

La iniciativa más novedosa llegó hace unas semanas desde

Italia. Su ministro de Educación, Lorenzo Fioramonti, anunció que su país sería

“el primero en el mundo” en impartir una asignatura sobre cambio climático en

los colegios. El titular causó un gran revuelo, aunque curiosamente pasó casi

desapercibido en Italia, donde no tuvo el eco mediático del que sí gozó en la

prensa internacional. Fioramonti, del Movimiento 5 Estrellas, es un extraño

ejemplar de la política italiana.

Licenciado en Filosofía por la Universidad romana de Tor

Vergata, con una tesis sobre el pensamiento político y económico moderno, ha

trabajado en varios centros de estudios de gran prestigio internacional. Ha

sido profesor en Sudáfrica, investigador para las Naciones Unidas y escribía en

algunos de los diarios más prestigiosos del planeta. No es, por tanto, un

producto de la política que no ha conocido otra ocupación, sino un experto al

que le vino a buscar un partido. Su iniciativa se ha interpretado como una

apuesta personal del propio ministro.

Los planes de estudios obligaban a replantear los contenidos

de la asignatura sobre Educación cívica que se imparte en los colegios

italianos. Y es en ese espacio en el que el ministro se plantea la inclusión de

la educación ambiental en el programa. En un reciente encuentro con

corresponsales, Fioramonti explicó que la materia “ocupará 33 horas al año,

será obligaría y estará directamente vinculada con los 17 Objetivos de

Desarrollo Sostenible marcados por las Naciones Unidas”.

“Se abordarán temas como el respeto al medio ambiente, pero

también habrá un vínculo con otros ámbitos de la sociedad, como -por ejemplo-

el impacto que tiene en la tecnología y cómo ésta es útil en el día a día”,

detalló. La asignatura estará presente en los planes de estudios desde los

niños de primaria hasta los alumnos de bachillerato. Y para su aplicación, los

profesores recibirán cursos de formación a partir del próximo enero, para lo

que ya hay destinada una partida presupuestaria de 10 millones de euros.

“Hemos nombrado a un comité de expertos y pedagogos, que

vendrán de Estados Unidos o del sudeste asiático para desarrollar el modelo”,

sostuvo el ministro. Tras recorrer parte de Asia y Oceanía y valorar los

sistemas educativos europeos, sentencia que “en otros países existen módulos

especiales de educación ambiental, generalmente no obligatorios, pero ningún

otro había ido tan lejos”.

La asignatura será, según el responsable italiano, el primer

paso, pero “la gran revolución se debería producir más adelante, revisando

otras asignaturas del currículum escolar para que empiecen a leerse en clave

ecológica”. Pone como ejemplo que al igual que la lógica matemática o el

pensamiento filosófico debería influir en el estudio de otras disciplinas,

“también la educación ambiental debería ser transversal en el resto de

materias”.

Cómo se estudia en España

Según los expertos, en España la educación ambiental se

imparte de forma muy fragmentada, dependiendo de los centros de estudios, los

libros de texto o la iniciativa individual de los propios profesores. En la

reforma educativa que plantea el presidente en funciones, Pedro Sánchez, este

fenómeno sería uno de los “ejes transversales” de la nueva ley, pero aún no ha

quedado detallado y además la parálisis política ha impedido siquiera llevar la

norma a debate.

La Red Española para el Desarrollo Sostenible elaboró

recientemente el informe Hacia una educación para la sostenibilidad,

que pone en evidencia el déficit del sistema educativo español. Carmelo Marcén,

coautor del detallado estudio, responde a través de e-mail que la implantación

en España se está haciendo “como se puede, con mucho esfuerzo de unos pocos”.

“Hay algunos intentos de grupos de profesores y colectivos ambientalistas, que

forman redes como ecoescuelas u otras denominaciones similares. Pero salvo

ellos u otros que se dedican a la investigación sobre la acción, formados por

colectivos heterogéneos de profesorado universitario y de educación formal, hay

muy poco”, añade.

Para Marcén falta esa visión transversal: “La mayor parte de

los contenidos que podríamos llamar de medioambiente, ya sea desde la visión

más social u otra más naturalista, suelen presentarse muy cerrados, me

atrevería a decir que enlatados. Pocas veces ayudan a su aplicación

comprometida, al trabajo colectivo para la participación en actuaciones, al

cambio de modelo de vida, que estarían en los fundamentos de la educación

ambiental”. Y además tampoco existe, a su juicio, una “sólida formación inicial

y permanente del profesorado”.

En estas circunstancias se han creado colectivos como

Teachers For Future, formado por personas del ámbito académico y que se han

organizado gracias a las movilizaciones ecologistas. Miriam Leirós, una de sus

coordinadoras, destaca al teléfono que en este curso han lanzado la campaña

‘28.000 por el clima’ (por los 28.000 centros educativos que hay en España), en

la que ofrecen material formativo en el ámbito de la educación ambiental

elaborado por ellos mismos. También han impulsado acciones para la

concienciación, como el programa ‘Residuo cero’, para generar la mínima basura

en los recreos de los colegios.

Leirós concuerda con Marcén en que este tipo de educación

debe abarcar “todo el currículum escolar, no se puede explicar de forma

aislada”. Así como tampoco puede depender de “iniciativas de empresas o

fundaciones que llegan con planes específicos sobre ecologismo a los colegios”.

Sus exigencias es que haya una legislación ambiciosa, aunque les preocupa que

si la educación ambiental no se integra en el currículum obligatorio, al estar

transferidas las competencias a las Comunidades, puede haber algunas que no lo

incluyan, como en aquellas en las que la mayoría depende de Vox.

Qué ocurre en otros países

La Unión Europea no tiene información detallada sobre cómo

se comportan los Estados. Aunque sí existen recomendaciones globales, como la

de la Unesco, que pide que esos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU se

materialicen en el ámbito educativo. En un informe de hace un par de años

exigen “políticas relevantes y coherentes” para lograr “un cambio en los

sistemas educativos que respondan a los desafíos de sostenibilidad actuales y

emergentes”. La Unesco reclama además que la educación ambiental debe “integrarse

en todos los planes de estudio” y “no se debería considerar un anexo al

currículum actual”.

Los más avanzados en este ámbito son los países nórdicos,

con Finlandia y -sobre todo- Suecia a la cabeza. Allí la ecología está presente

en las aulas desde los años noventa, de modo que estos Estados representan

actualmente la vanguardia de la concienciación en la Unión Europea. Francia,

Alemania o Reino Unido también tienen camino andado en este sentido, con la

integración -en mayor o menor medida- del ecologismo en los currículos

escolares y con proyectos específicos en algunas escuelas.

Por tanto, la iniciativa italiana puede resultar novedosa,

pero eso no significa que el país transalpino se vaya a convertir en el líder

en educación ambiental de la Unión Europea. Miriam Lairós, cuya organización se

expande por distintos países de la UE, considera que “se trata de un buen

gesto, del comienzo, pero que es necesaria una perspectiva más amplia” que

integre a profesores, alumnos y a la sociedad. Esa sería la fase dos del

ministro italiano de Educación.