Opinión

"Timonel", te ofrendo a mi hijo

Resulta que como interpretan que los curas llevan dos mil años adoctrinando, ahora ellos…y ellas se ven con todo el derecho a adoctrinar sobre lo que estimen conveniente y bajo cualquier excusa, ¡chúpate esa! que diría el castizo. Tal vez por no tener hijos en edad escolar confieso que mi interés por la dinámica educativa y aspectos como la exacta diferenciación entre asignaturas «curriculares» y «extra curriculares» no ha sido precisamente de preocupación cotidiana, más allá de la constatación de los problemas generales de nuestro sistema educativo reflejados en el deficiente nivel del alumnado. En mi despreocupación –-¡oh, craso error!– daba por hecho que más allá de la obligada y reglada enseñanza de las matemáticas, historia o educación física, cualquier actividad escolar lúdica o no, impartida por monitores o personal especializado en segun qué materias ya era por mero sentido común consultada con los padres teniendo en cuenta –más ingenuidad aún por mi parte– que aspectos concretos relacionados con la moral o sencillamente la salud física y mental de los menores requerían de ese mínimo protocolo. Ahora, dspués de asistir al «aquelarre» de las «vestales» Monteros y Celaá mostrándonos a todos cómo se defienden los derechos de unos hijos que, por si alguno no nos habíamos enterado, no pertenecen a los padres confieso que un escalofrío comenzó a recorrerme el espinazo. No hace falta haber buceado demasiado en los libros de historia para saber que la primera obsesión por parte de los regímenes totalitarios de cualquier signo, no es otra más que la captación y adoctrinamiento de los menores desde los orígenes de la escuela, en favor de los postulados del régimen y logotomizando a los más indefensos bajo la excusa de la salvaguarda de sus derechos, previa «ofrenda» de sus hijos por parte de los padres al común y mayor bien general del que eufemísticamente dicen que se ocupa el Estado y que no es otro más que el reflejado en una ideología y una manera partidista de entender el progreso manifiestamente discutible por no decir inquietante. No es nuevo y tal vez aquí se trate de otro capítulo de golpe en diferido contra las libertades, ahora estigmatizando como reaccionarios a quienes se rebelen contra ello, aunque en este caso tengo la seguridad de que va a resultar difícil de explicar a los padres eso de «parar que tú adoctrines a tu hijo, ya lo hago yo». A ver si se enteran señoras Celaá/Monteros, si soy agnóstico consúltenme sobre actividades marianas extra curriculares en el colegio religioso, si soy musulmán consúltenme sobre charlas nutricionales, no vaya a írseles la mano con el jamón de cerdo ibérico, si hay niños alérgicos al olivo o al pelo animal consulten sobre excursiones camperas, si soy un sospechoso constitucionalista y vivo en Cataluña exijan que deje de adoctrinarse a mi hijo en la fábrica de independentistas, si imparten charlas o actividades sobre feminismo, igualdad, colectivos LGTBI etc «con-sul-ten-me» como padre y además, si no les resulta mucha molestia ofrézcanme algún detalle sobre el perfil del personal externo que puntualmente las va a impartir… ¡¡Y se acabó tanta tontería!!