Opinión
Pin fiscal para pobres
Como dice el director de LA RAZÓN, Francisco Marhuenda, el escándalo de la izquierda sobre el pin parental es una cortina de humo para tapar las vergüenzas de su manipulación de las instituciones y sus cesiones a los independentistas. Añadiría dos temas en términos económicos: la intoxicación anticapitalista en la educación es bastante antigua, y esta última maniobra sirve también para tapar la subida de impuestos.
Pablo Iglesias tuiteó ayer que «la ofensiva del bloque reaccionario con el Pin Abascal no busca sólo normalizar la desobediencia de la derecha frente a la ley (mañana será el Pin fiscal para que los ricos no paguen impuestos), sino que es un ataque contra la educación pública y las familias que la necesitan». O sea, los otros, que no son progresistas, son malos y desobedientes, cuando piden que la izquierda no meta sus manos en la educación de sus hijos atacan al conjunto de la educación pública y a las familias más necesitadas, como si el Estado fuera la Madre Teresa, que atendiera especialmente a los marginados, y no un gigante burocrático que nos «atiende» a la fuerza a todos.
Y luego, el pin fiscal, «para que los ricos no paguen impuestos». Esto centra la cuestión impositiva en que la derecha quiere proteger a los asquerosos ricos, mientras que la izquierda se desvela por cuidar a los pobres.
Pues bien, supongamos que es así. En tal caso, PSOE y Podemos plantearían un pin fiscal opuesto, para proteger a las mujeres de las subidas de impuestos. Después de todo, es lo que han repetido sin cesar, diciendo: nosotros sólo vamos a crujir a los ricos, por la justicia social y la lucha contra las desigualdades.
En realidad, mienten más que hablan, y en este caso de una manera particularmente afrentosa para las mujeres que trabajan. Si de verdad las trabajadoras tuvieran un pin fiscal para no pagar más impuestos, deberían utilizarlo ya contra Sánchez e Iglesias, que han exhibido, una vez más, la tradicional aversión progresista contra la clase trabajadora.
Todo lo que han propuesto, sugerido o planteado, en efecto, significa más impuestos sobre las ciudadanas. Está el ministro Garzón, que quiere duplicar el IVA de lo que desdeñosamente llama «comida basura», como si las hamburguesas lo fueran, y como si fuera una comida exclusiva de los ricos. Está Sánchez y su hipócritamente llamada «tasa Google», que pagarán las consumidoras digitales. Y no olvidemos la maniobra fiscal más importante e insidiosa: la eliminación de las bonificaciones fiscales del Impuesto de Sociedades, el IVA y el IRPF. Todas ellas serán repercutidas sobre la gente corriente. Por ejemplo, la supresión de las bonificaciones a las aportaciones a los planes de pensiones será una «conquista social progresista», mediante la cual, la izquierda empobrecerá a millones de trabajadoras. Es realmente magnífica la idea del pin fiscal para pobres. Por eso mismo, los progresistas jamás permitirán que lo tengan.
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