Opinión

Engañar a Guaidó

Sánchez pasó unos meses en el vientre de la ballena con cierto disgusto, no fuera a enfurecerse el gorilón de Caracas. Aun así, reconoció la legitimidad de Guaidó. Ahora ha encontrado la oportunidad para abrazar el deje bolivariano de su nuevo traje. Este Sánchez, que es su propio envés, bendice a su vicepresidente segundo y las atrocidades que denuncia Guaidó, al cabo, daños colaterales de su coalición con Iglesias. Según el informe del Foro Penal, Maduro es responsable de la muerte de 50 opositores y del encarcelamiento de otros 2.200 el año pasado. Todos le estarán muy agradecidos por ponerse en el lado erróneo de la historia y su gran empatía ante el sufrimiento de los venezolanos. Iglesias huía de tapadillo de los enviados antichavistas cuando peregrinaron a Europa y denunciaron lo que todo el mundo sabe. Le importa más la democracia impura del líder supremo que ayudó a encumbrar que el plomo encurtido en las barrigas vacías. Venezuela es una de esas dictaduras con disfraz lisérgico que alimenta a la población con píldoras de felicidad y acojona con el tamaño de la entrepierna. Y Maduro, un buen maestro en el arte de saltarse las constituciones para mantener por sus pelotas un tinglado corrupto, un sabio que cambia el Código Penal con solo mover el bigote. ¿Les suena? Que Sánchez no reciba a Guaidó es una muesca más en su revólver. La Constitución venezolana será inclusiva, pero el Aló presidente llamó «mariconsones fascitas» a los seguidores de Capriles, para que tome nota Carmen Calvo y las «mariconsonas» de Igualdad. Guaidó se convierte así en otra víctima más de la farsa.