Opinión

María Teresa nos quiere gobernar

La entrevista de Carlos Alsina a Teresa Ribera en Onda Cero ilustró las características de los socialistas de todos los partidos, empezando por el rechazo a la libertad de las mujeres y los hombres.

Esta propensión liberticida se combina con otras facetas típicamente progresistas, como el narcisismo. Era patente el enfado de doña Teresa porque Alsina empezó preguntándole, como era de esperar, sobre el rocambolesco «caso Ábalos» con las autoridades de la tiranía venezolana. No era eso lo que quería la vicepresidenta, y lo dejó clarísimo. Ella sabía, como saben los socialistas, que son más inteligentes que los demás, qué cosa debemos preguntarle.

Es que ella es la que manda, después de todo. Solo una persona que manda puede cargarse a un presidente de una empresa cotizada, como hizo esta semana con Jordi Sevilla.

Pero volvamos a la sabiduría de la señora Ribera. Ante la emergencia climática, ¿qué se le ha ocurrido? Pues sí, subir los impuestos. Y lo anuncia como si fuera una conclusión irrefutable. Como no es tonta, no dijo: «Vamos a crujir al pueblo». En vez de ello recurrió a los clásicos trucos: «Es necesario abordar el debate de la imposición a los distintos medios de transporte», y mejor «a nivel Europeo», cosa de disolver los rostros concretos de los usurpadores fiscales. En este «debate de la fiscalidad ambiental», dio algunas vueltas, pero al final lo dejó caer: no descarta poner más tasas al avión, un gravamen «progresivo» porque usa el avión «quien tiene más recursos o son billetes sufragados por la empresa».

Esto es una falsedad tan increíble que solo puede ser producto de la arrogancia, de pensar que ella puede decir y hacer cualquier cosa. Y que los demás, lógicamente, debemos callar, obedecer, y pagar. Como si no fuera evidente que los que viajan en su mayoría están lejísimos de ser personas acaudaladas, y como si fuera inocuo para las trabajadoras el aumentarles los costes a las empresas.

Dijo: «Por ahora no me consta» que el Gobierno vaya a lanzarse contra la caza y los toros –por ahora.

Se le ocurrió a Alsina preguntarle por el contaminador Falcon. Y la respuesta fue, naturalmente, que el presidente se desplaza como parezca más conveniente. Que para eso nos gobierna, ¿no?