Opinión

Miquel Mai erasmista

Miquel Mai i Rovira nació en la leridana ciudad de Tremp en 1480. Hijo y nieto de juristas, su padre fue regente de la cancillería de Fernando el católico, tuvo una gran influencia sobre el mundo cultural desde su residencia de Barcelona, pionero del coleccionismo, bibliófilo, mecenas, promotor del humanismo y del erasmismo por toda Europa, compartió ideales con el valenciano Luis de Vives, y con el apoyo de Carlos V, propuso un compromiso entre el protestantismo y el papado, esbozando una ácida crítica contra la corrupción del clero regular. Organizaba encuentros literarios hispanistas, promoviendo un fructífero intercambio entre la cultura castellana y catalana –que han coexistido siempre en Catalunya–. Sus tertulias contaban con el poeta Joan Boscà –conocido como Juan Boscán que sirvió en las cortes de Fernando el Católico y Carlos I–, su esposa Ana Girón de Rebolledo, que tuvo un papel esencial en la publicación del legado literario de su esposo, bajo el título «Las obras de Boscán y alguna de Garcilaso de la Vega», el literato y militar catalán Jeroni Agustí i Albanell, que fue «batlle general de Catalunya», el poeta granadino Diego Hurtado de Mendoza, el arcediano Lluís Desplà, el historiador y humanista Pere Miquel Carbonell –autor de sus «Crónicas de España», que rechazó la leyenda fundacional carolingia de Cataluña, y vinculó el nacimiento de la nación cultural catalana a su pasado godo hispano– y Jeroni Pau, consejero real y erudito autor de la obra «De fluminibus te montibus Hispaniarum».

Hombre de estado, político y asesor del emperador Carlos I, Miquel Mai ejerció desde 1510 como profesor de leyes en el Estudio General de Barcelona, posteriormente regente de la Cancillería de Cerdeña y asesor del Gobernador General de Catalunya, Pere de Cardona; regente de la Cancillería del Consejo de Aragón, y entre 1528 a 1533 embajador imperial en la Santa Sede, al frente por entonces del papa Clemente VII de Medici, enviado a la ciudad eterna tras los incidentes del Sacco de mayo de 1527, y se encargó de rehacer las relaciones entre el papado y el Imperio, organizando la ceremonia de coronación imperial celebrada en Bolonia en 1530, y de 1533 a 1546 ocupó el cargo de vicecanciller de la Corona de Aragón.

Catalán e hispanista, personaje clave en las relaciones internacionales de España y de gran cultura; asumió con naturalidad que ser catalán no es algo opuesto a ser español, sino una de las maneras en que cada uno puede manifestar su condición de español y europeo. Y es que la mayoría de catalanes asumen con naturalidad lo que es una evidencia. Todas estas evidencias son, sin embargo, cuestionadas en Cataluña y es preciso reconocer, sin embargo, que éste es un mensaje y una idea que no han sido cultivados lo suficiente ni en Cataluña ni en el resto de España. Para ello debemos construir un discurso que no tema decir sin ambages que nos sentimos partícipes de España de forma sincera. Como Miquel Mai.