Opinión
Montrodon
En 1635 estalló la guerra entre Francia y España, y en septiembre de 1639 los franceses invadieron el Rosellón apoderándose de la villa de Salses. Al inicio del invierno de 1640 y después de la campaña pirenaica, los ejércitos hispanos se retiraron y se trasladaron al Principado, hospedándose en las zonas rurales del interior de la provincia de Girona, donde más de 9.000 soldados buscaron acomodo, mantenidos por los paisanos locales.
Miquel Joan de Montrodon i de Tristany, un barcelonés con raíces en la ciudad de Vic, era alguacil de la real audiencia de Barcelona y el máximo responsable de cumplir y hacer cumplir las órdenes de la monarquía hispana. Destacó en la persecución de los bandoleros que asolaban Cataluña (ajustició a Serrallonga, diezmó a las cuadrillas de Perot Rocaguinarda y Tocasons), y se enfrentó a la «Diputació de Barcelona» en la rapiña que hacían sus funcionarios locales.
Montrodon fue el responsable del albergue de los soldados en Girona, por lo que fue asesinado en Santa Coloma de Farners el 30 abril de 1640, al defenderse del ataque de un campesino que protestaba por la presencia de soldados en su hogar. Escondido en el hostal «Masó de santa Coloma», los revoltosos lo asaltaron e incendiaron, y sus colaboradores fueron asesinados, entre ellos el notario Antoni Pau Martí, el portero real Jaume Sabater y el comisario real Josep Thomas. Su muerte fue el factor desencadenante del llamado «Corpus de Sang», cuando los soldados del «Tercio de Lleonart de Moles» –mayoritariamente mercenarios del norte de Europa– quemaron y profanaron la iglesia de Riudarenes, y se inició una batalla campal contra unos 3.000 campesinos llamados «somatent».
El 7 de junio, fiesta del Corpus Christi, miles de campesinos alzados en armas en protesta por los enfrentamientos de Girona, se concentraron en la ciudad de Barcelona, delante de la casa del alguacil Montrodon, quemado vivo unas semanas antes. Eran los llamados «Segadors», envueltos en una furia criminal asesinaron al virrey de Cataluña Dalmau de Queralt, conde de Santa Coloma, mientras clamaban «contra los enemigos de la santa fe católica y la Iglesia» y exigían que «mueran los traydors y mal cristians», destruyendo los símbolos monárquicos y quedando desarticulada la administración real. Todo ello terminó con la traumática separación de Cataluña del resto de España, y posteriormente con la anexión del Rosellón, el Conflent, el Vallespir y parte de la Cerdaña a la corona francesa, anexión confirmada en el Tratado de los Pirineos en 1659.
En septiembre de 1640 el rey Felipe IV hace saber a la Diputación del General de Cataluña los principales cargos que hace contra el Principado para justificar el envío del ejército, entre estos cargos y figura: «Haber quemado a Montredon sin confesión»
Catalunya se derrotó en 1640, luego volvió a derrotarse en 1714, en 1934 y en 2017. De derrota en derrota, hasta la derrota final.
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