Opinión

Italia en pánico por el coronavirus, un enemigo invisible e imprevisible

Venía estos días a mi cabeza el recuerdo de una inquietante película de 1995: ‘Estallido’, ‘Outbreak’ en inglés, protagonizada por un siempre genial Dustin Hoffman. Para quien no la haya visionado, baste decir que se trata de una historia -de ficción, por supuesto- en la que el ejército de los Estados Unidos arrasa una aldea del Zaire en la que sus habitantes habían sido infectados por el virus del Ébola. El objetivo era doble: evitar que se conociese la noticia, y por tanto extender el pánico, y por otro limitar los efectos a un punto perdido en mitad del mapa del continente africano. Ambos se frustran desde el momento en el que sobreviene una de las miles de circunstancias imprevistas, casi absurdas, que pueden producirse súbitamente en cualquier situación de crisis, alterando gravemente el devenir de los acontecimientos: un mono portador del virus se aloja en un barco rumbo a los Estados Unidos, convirtiendo una amenaza local en global.

No quiero decir, ni mucho menos, que el actual panorama sea de tal magnitud; pero sirva como ejemplo de, en qué forma, un pequeño incidente, en este caso de orden sanitario, puede propagarse, y cual efecto mariposa, generar una gravísima crisis mundial.

Italia:

laboratorio de prueba de lo que puede llegar para toda Europa.

Y

es que, lo más preocupante de este virus, 'Coronavirus' no es tanto

el origen, sea el que sea, sino la velocidad a la que se está

extendiendo. Los gobiernos, en este caso el italiano, han aprobado ya

medidas para acotar la infección y contener los casos que, en el

momento de redactar esta pieza y grabar el vídeo que les ofrezco ya

han causado en mi país

cuatro

muertos y el número de personas contagiadas es de más de 150 en

seis regiones del norte de Italia.

El centro de la infección en dos pueblo: Codogno y otros 9 pueblos

de la provincia de Lodi y Vó Eugeneo en provincia de Padua.

Pero

desde mi punto de vista no es esto lo más grave, que lo es, sino la

propagación

del pánico,

del miedo atroz que ha anidado ya con fuerza entre una población que

se siente, siempre es así, desinformada, y que hace que cualquier

mañana podamos despertarnos con colas en los supermercados además

de en las farmacias para acaparar productos de primera necesidad y

una situación social que podría calificarse sin ambages de

prebélica.

Así,

con todas las letras. El panorama empeora por horas; ya hay once

localidades aisladas en mi amada Italia y 50.000 personas han sido

aisladas, por no hablar de la movilización

general del Ejército,

listo para intervenir ante cualquier tipo de contingencia.

Millán

ha cerrado bares, escuelas, cines y teatros. Venecia... ¡ha

paralizado su carnaval! Turín ha sido la tercera ciudad más

golpeada. La vida social, laboral y económica de estas urbes se ha

visto ya gravemente alterada, por no decir que casi paralizada. En

Lombardía,

Véneto

y Piamonte se han suspendido también los eventos deportivos, primer

indicador serio -permítanme el tono que no pretende ser en absoluto

ni irónico ni jocoso- de que el asunto es tremendamente serio. La

región

de Lombardía

ha habilitado algunas escuelas, pero busca a toda velocidad

habitáculos de mayores dimensiones para albergar a un número de

personas indeterminado pero que se estima puede ser gigantesco.

Datos

terribles cuya fiabilidad… tampoco está garantizada

El

Ministerio de Sanidad chino ha confirmado ya un número de casos de

2442. En el mundo occidental no sabemos si esta puede ser la realidad

o la catástrofe puede ser aún mucho más terrible, viniendo las

cifras como vienen de un país tan opaco como China.

Volviendo

a Europa, en Portugal, país

en el que hasta ahora no había noticia alguna a este respecto se

acaba de confirmar el primer caso; el de un varón

de 41 años

que trabajaba en el crucero ‘Diamond

Princess’,

en cuarentena en el puerto de Yokohama y en el que ya han muerto tres

personas. En España la situación parece completamente controlada al

no confirmarse como positivos dos presuntos casos de pacientes que

estaban en observación

en el hospital de Cruces, en Barakaldo mientras se ha activado el

protocolo en el de Logroño.

Magro consuelo ante un enemigo invisible, como decimos, que no

sabemos por dónde va a atacar mañana. En

Austria ya se ha tomado la determinación de paralizar el tráfico

ferroviario con el país transalpino y en Rusia ya desde hace algunos

días se han cerrado las fronteras, como se sabe, a los ciudadanos

chinos.

¿Los

próximos

días?

Incertidumbre total.

La

pregunta que se hacen los ciudadanos, y las propias autoridades es...

¿y ahora qué?

¿Qué

hacer ante un enemigo fantasma, cuyo origen concreto se desconoce y

cuyos letales efectos aún están por determinar? La dispersión de

los focos abre un escenario absolutamente inédito en la lucha contra

la expansión de esta epidemia, mientras la Organización Mundial de

la Salud advierte que el tiempo se agota. No solo Italia se ha visto

brutalmente azotada de repente. Irán y Corea del Sur han registrado

también un repunte muy considerable en cuanto al número

de afectados. ¡Qué

quieren que les diga! Lógicamente, a lo que obliga el sentido común

y la razón en estos casos es a hacer un llamamiento a la calma, a la

prudencia, a no dejarse llevar por el pánico para hacer, por

ejemplo, acopio por decenas de mascarillas… pero es sabido que el

miedo es una chispa que prende de manera instantánea y es muy

difícil

de controlar. La desesperación

conecta directamente con nuestra fibra emocional y no entiende de

argumentos ni razones.

Esperemos

a observar cuál es la evolución de los acontecimientos en las

próximas horas, pero me temo que las cosas no tienen pinta de

calmarse. Quiero pensar que nuestras autoridades están haciendo lo

posible, todo lo humana, política y médicamente posible y que los

ciudadanos debemos de ser parte activa a la hora de ayudarles y no

convertirnos en un problema añadido.