Opinión
UP-PSOE. ¿Quién mueve los hilos?
Los documentos publicados por Podemos ante la renovación que se producirá en la próxima asamblea de Vistalegre, el Vistalegre 3, incluyen una perla, un argumento rayano en lo sublime. Y es que en vista del incremento del SMI (Salario Mínimo Interprofesional) «desde la llegada de Podemos a las instituciones, y ante la perspectiva de que este continúe aumentando, el SMI deja de ser un marco de referencia válido para la limitación salarial de nuestra organización». En otras palabras, los muchachos podemitas han forzado la subida del SMI para subirse el sueldo. El nuevo criterio será puramente utilitario, y el salario irá relacionado, como en cualquier empresa repugnantemente capitalista, con la relevancia del cargo ocupado. La ética de la subversión ha quedado definitivamente sustituida por la de la jerarquía y la desigualdad.
Culmina así un proceso no demasiado largo (en Podemos todo va muy deprisa, como señala un excelente libro coordinado por Javier Paredes y Manuel Álvarez Tardío) en el que la formación morada ha ido haciendo suyos los tics y las aficiones de la oligarquía de toda la vida. La «casta», como decían hace años, aunque hay que reconocer que sus predecesores no tenían la desfachatez de los herederos.
Es posible que todo se deba a un malentendido. Con una táctica caótica y una estrategia clara, han conseguido lo que en su momento pareció imposible: que el PSOE se podemice mientras ellos, los miembros de Podemos, culminan el asalto de los puestos –y los privilegios– desde los que mover los hilos a los que los socialistas no tienen más remedio que bailar. Lo mejor es que estos últimos lo hacen casi todos –es decir, no sólo las bases– con alegría, llevados por ese rencor sin objeto que caracteriza el progresismo español desde tiempos muy lejanos.
Después del caso Ábalos, no hay mejor ejemplo que este del SMI. Buena parte de los dirigentes socialistas sabe el coste social que una medida como esta iba a tener. Pero se avienen a ella con tal de que sus socios podemitas puedan romper su techo salarial y acabar de una vez con las limitaciones autoimpuestas, que tantos sufrimientos –palabra favorita del actual gobierno y su mayoría- les han causado. En su momento, hubo quien creyó que Podemos acabaría con el PSOE. Lo está haciendo, pero de una manera más tortuosa e interesante de lo esperado.
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