Opinión
Querido Forges
Hordas de madrileños contaminados han llegado desde el lunes a todos los lugares de España. Arrastraban hasta su segunda vivienda, en el pueblo o en la playa, a sus hijos sin colegio. En Cantabria se han quejado de los veraneantes extemporáneos, que preguntaban en los ayuntamientos ¡por actividades de ocio para sus hijos! En Murcia han tenido que decretar el aislamiento de San Pedro, San Javier, Los Alcázares o Cartagena. Benidorm, Cullera o Gandía se han visto obligados a cerrar las playas para evitar el efecto llamada.
Lógico todo ¿Cómo no va a buscar salida de la ratonera una multitud de padres a los que no se les sabe poner al tanto de la gravedad de la situación?
Hace justo una semana expliqué en esta columna que no iba al 8M, entre otras cosas porque lo consideraba irresponsable sanitariamente.
Hemos perdido un tiempo precioso. Una semana clave, en la que el centro de la epidemia se ha trasladado de China a Europa, e Italia se ha consagrado como el país de más alta mortalidad por coronavirus, un 6,9 por 100.
La Gomera tubo su primer caso diagnosticado un 31 de enero. El 25 de febrero llegaba la epidemia a la península. Más de quince días después, estábamos ayer como al principio, con tibios consejos ambiguos: no salga usted mucho… no hace falta hacer acopio de comida… es preferible no viajar… procure no saturar hospitales…
Y, de repente, ministros con virus. Hospitales colapsados. La gran alarma. País… que diría Forges.
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