Opinión

Josep Pla

Licenciado en derecho y periodista, crítico con la política colonial española en Marruecos, lo que le costó su primer exilio en 1924, Pla siempre incomodó al poder. Autor conocido por sus artículos de opinión, sus crónicas periodísticas; viajero incansable cuyos reportajes internacionales le situaron como un aventajado relator de la historia del siglo XX y buen conocedor de las interioridades del régimen comunista de la URSS, de la Italia fascista, de la Gran Bretaña liberal y del Madrid republicano. Escribió más de 30.000 páginas, miles de artículos y decenas de libros, destacando el «Quadern gris», un dietario considerado la obra cumbre de la prosa catalana, repleto de opiniones políticas, retratos y crítica literaria. El autor más leído en catalán y considerado por los críticos como el mejor prosista de la literatura catalana contemporánea que no necesita reivindicación, ni elogio ni premios. Compartió con Vicens Vives, «la voluntad de ser de Cataluña» pero los funcionarios de la cultura lo dejaron morir sin recibir el Premio de Honor de las Letras Catalanas.

Su segundo exilio fue en 1936, huyendo de la Barcelona de ERC, en compañía de su amada Adi Enberg, perseguidos por los revolucionarios armados (la sentencia de Pla sobre Companys pudo ser su perdición «La fecha del 6 de octubre nos ha cubierto de vergüenza a todos los catalanes»). Establecidos en Marsella, fueron unos eficaces colaboradores de Francesc Cambó y el SIFNE, servicio de espionaje e información formado por los catalanes Josep Bertrán, Carles Sentís, Pere Rivière, Joan Estelrich, Francesc Montagut, Felip Rodés, Daniel Ripol, Domingo Gabarró, Lluís Pérez–Sala y Pere Salisachs, entre otros (interesantes apellidos). En enero de 1939 regresa a Barcelona de la mano de Manuel Aznar y se convierte en el subdirector de «La Vanguardia» por la petición de Carlos Godó (propietario del periódico, huido de Cataluña y cómodamente instalado en la franquista San Sebastián).

Posteriormente Josep Vergés, el empresario y editor, lo fichó para la revista «Destino» (la de «España unidad de destino en lo universal», fundada por Vergés, Nadal –el del premio–, y Agustí –Mariona Rebull–), donde trabajó durante largos y fecundos años. Al final la revista sería adquirida y hundida por Pujol, y tuvo que cerrar por quiebra unos años más tarde. Pla nunca fue merecedor de premios ni alharacas, debido a sus contundentes opiniones sobre los separatistas, como ejemplo estas perlas: «El nacionalismo es como un pedo, que a todo el mundo le huele mal, menos al que se lo tira», o bien «estos nacionalistas no quieren que seamos españoles, cuando es lo que hemos sido toda la vida»; o en su antológica entrevista de TVE en el mítico programa «A fondo», dirigido por Joaquín Soler Serrano, donde define al catalán así: «El catalán es un ser que se ha pasado la vida siendo un español 100% y le han dicho que tiene que ser otra cosa». Reivindicar la figura de Josep Pla frente a tanta mediocridad cultural, no es nuestro deber, es nuestra obligación. Un catalán, que por serlo, se sentía profundamente español. Como mi amigo Paco Marhuenda