Opinión

¿Eructas?, es que estás vivo

Hola Nouri. Han pasado casi tres años de la última vez que hablaste con tu padre, por teléfono, desde Austria, y le dijiste que estabas mal, que te dolían el estómago y el tobillo, que algo, no sabías qué, estaba fallando. Lloraste, Nouri.

Por eso, a tu padre, al colgar, se le quedó esa sensación rara, ese presentimiento inexplicable, algo mágico, pero casi tangible. Él no sabía, pero sabía.

Al día siguiente, te desplomaste.

Has pasado estos dos años y nueve meses en coma. En una casa a medida, acompañado 24 horas por tu familia, con la esperanza ilimitada, irracional, de que sucediese lo que está pasando últimamente: que te comunicas con gestos como mover una ceja. Tan poco, tanto.

Tenías 20 años, estabas en un partido de pretemporada con el Ajax y sufriste un paro cardíaco. El Ajax era tu equipo; ahora, menos. Al principio, no quiso hacerse responsable de nada, dijeron que ellos siguieron todo los protocolos, que hay desgracias que son inevitables. Pero tu familia y los abogados piden compesación por lo que te sucedió, porque no fuiste atendido a tiempo ni con la práctica correcta. Y no hay manera de llegar a un acuerdo.

¿Todo es dinero, al final? Por supuesto, no hay que fiarse de quien lo niega: las enfermedades cuestan dinero, las medicinas, los cuidados, las vidas truncadas. A todo hay que ponerle un valor económico. Y tu Ajax no quiere valorarlo como debe.

Tu Ajax, por cierto, enamoró a los futboleros la temporada pasada, sin ti en el centro del campo. Quizá hoy fueras del Madrid o del Barcelona, como ha sucedido con De Jong o, casi, con tu inseparable amigo Van de Beek, que durmió varios días contigo en tu cama. Esta temporada, el Ajax ha cambiado. Acabó jugando la Liga Europa y fue eliminado por el Getafe, un equipo español. Fue hace poco, pero parece que sucedió hace un siglo. Porque todo parece que sucedió hace un siglo.

Ya no hay fútbol. No hay nada, Nouri. El mundo es un lugar extraño. Ha cambiado más rápido en esta última semana que en los tres últimos años que no has podido vivirlo: las calles están vacías y el metro y los estadios de fútbol. Si miras por la ventana, sólo se ve silencio y gente paseando perros como si pasease la tristeza. El viernes, finales de marzo, nevó.

Tu familia lo sabe: de repente, en un momento, lo seguro se vuelve inestable y todas las promesas que pensábamos no cumplir se vuelven, de verdad, imposibles.

Y sí, ya estamos hablando de dinero. Tu Ajax es nuestra Holanda ahora. Pero eso te lo explicaré otro día.

Tú sigue, Nouri. Dicen que además de mover una ceja, bostezas y eructas. O sea, la vida.