Opinión

Paulita, Warren y el dodo

Ayer habló nuestro director de «el Gobierno o la casa de los líos». No llegaré yo tan lejos, pero sí cabe citar al legendario Dodo, el ave no voladora que organiza la carrera del capítulo 3 de «Alicia en el país de las maravillas». El circuito consistía más o menos en un círculo, «la forma exacta no tiene importancia», sentencia el pájaro. Todos corren sin tener ni idea de lo que pasa y, súbitamente, el Dodo anuncia el final de la competición. Ante la pregunta de cuál ha sido el resultado de la carrera, responde: «Todos hemos ganado, y todos tenemos que recibir un premio».

En estratégica ausencia de Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, las candilejas brillaron iluminando a Paulita Naródnika, la reina del populismo vernáculo. Eso sí, sin desmerecer a la ministra María Jesús Montero, personaje que ni Lewis Carroll habría podido imaginar, y que se comportó como una genuina portavoz del Dodo, al proclamar: «Nuestro compromiso es que nadie se quede atrás».

Habrá moratorias para empresas y autónomos «sin intereses», como si el problema en nuestro país fueran los elevados tipos de interés. En parte dependerá del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones (¿ha visto usted que los ministerios tienen nombres cada vez más largos?), cuyo titular, José Luis Escrivá, había ido a ponerse en manos de su homónimo, el monseñor de Balaguer.

Protestaron los autónomos, y Lorenzo Amor denunció que la pandilla de Warren «ha sido insensible al clamor de toda la sociedad y ha cargado hoy la cuota de autónomos a 3,2 millones de autónomos». Como si al Gobierno de Warren le importaran los autónomos, y no su propio destino incierto.

De ahí la importancia de que apareciera Paulita, que lagrimeó sobre la Constitución, citando numerosos artículos –sí, claro que sí, también el 128, que es el que idolatra, y sobre el cual fantasea con que se puede imponer el estalinismo constitucional–. Pero sobre todo, Paulita dijo que ahí está el Estado, para cuidar del pueblo: desde las empleadas del hogar hasta los inquilinos «vulnerables», palabra que repitió muchas veces. No habrá desahucios, pero habrá ayudas, y moratorias de hipotecas, y quitas, y «microcréditos». Y suministros para todos, y atención a la ciencia y la violencia de género. Los malvados que sí fueron mencionados fueron los «fondos buitre», porque, como se sabe, los propietarios no tienen ningún derecho si se les ocurre tener muchas propiedades. Y, naturalmente, esos fondos no tienen trabajadoras «vulnerables». ¿Despedir? De ninguna manera: prohibido. Como se recordará, le toca a Alicia repartir los premios, y así lo hace, con una caja de confites, de su propiedad. Como los entrega todos y ella se queda sin nada, lo que es evidentemente muy injusto, el Dodo le ofrece como premio su propio dedal. El de Alicia, claro.