Opinión

Li Zhanzhe, el hombre de los 12 maratones en casa

Su nombre es Li Zhanzhe. Nació en China. Pura cosecha de la revolución. Durante su cuarentena ha completado doce maratones sin salir de su casa. Este hombre ha gastado más suela de zapatilla en su vivienda que la mayoría de los ciudadanos de nuestro país en cinco años. Solo en el salón ha hecho más de cuatrocientos kilómetros. La distancia de Madrid a Oviedo. Es lo que sucede cuando mezclas la tradición de Confucio con la disciplina de Mao: te salen récords absurdos. Antes pensaríamos que es un friki, alguien que antepone la afición por encima de la inteligencia. Pero desde hace una semana esta clase de proezas domiciliarias se contemplan con cierta simpatía y hasta con un punto de admiración. Cada época engendra sus héroes. En la Grecia clásica teníamos a Leónidas y en la era del coronavirus, a Li Zhanzhe.

Los médicos advertían de que el sedentarismo era la epidemia del siglo XXI. Pero esta reclusión nos ha revelado que vivimos en sociedades hiperactivas. Quizá para proteger la salud cardíaca no necesitábamos abrir gimnasios, sino cerrarlos todos de una vez. El hombre no es contradicción, sino ganas de llevar la contraria. Ahora leemos noticias inquietantes en las redes: ciclistas que alcanzan la cima del Tourmalet desde el pie de la cama, adolescentes que completan los cuatrocientos metros vallas en la cocina y valientes que disputan partidos de ping pong de un balcón a otro. Hay quien practica crossFit sosteniendo maceteros y redes de limones.

Parece que en el mundo solo existiera un temor más grande que esta pandemia: el michelín. Para evitarlo hay vecinos que se han entregado a la esforzada tarea de subir y bajar a diario las diez plantas de las escaleras comunales y karatecas que se ejercitan entre el modesto radiador de la pared y la mesita baja del salón. Hasta los más sedentarios parecen haber cogido alergia a las comodidades del sofá y se han lanzado a una desesperada actividad. Ahora miles holgazanes siguen clases de gimnasia por YouTube y sudan agua como merluzas. Lo «videopreparadores físicos» se han convertido en los nuevos gurús del confinamiento y dirigen a hordas de inocentes dispuestos a luxarse las rodillas. Se debe pensar que el virus se pasa en dos semanas, pero que el flotador abdominal permanece con nosotros durante meses. La báscula, ese objeto en desuso que hay en todos los cuartos de baño, debe estar viviendo un momento de esplendor. Los romanos sostenían una máxima: «mens sana in corpore sano». Y Horacio dejó escrito que «la virtud es el punto medio entre dos vicios opuestos». Pero hace tiempo que nuestra memoria es Siri y lo hemos olvidado. También la diferencia entre la obsesión y la cordura. O quizá solo sea que invocar a los latinos en tiempos de Xi Jinping es un ejercicio de inutilidad. Li Zhanzhe luce unos atléticos 66 años. En otras circunstancias ese récord le hubiera costado un diagnóstico de demencia. Pero su proeza ha coincidido con estos días de virus. Hoy cuando veo al vecino de enfrente practicar deporte la impresión que me viene no es la de un hombre sano, sino la de una avanzadilla del imperio chino.