Opinión
Unos y otros
Las crisis dejan al descubierto lo mejor y lo peor de la condición humana. Con el coronavirus, como era de esperar, entre otros, han quedado de manifiesto la incompetencia e irresponsabilidad rampantes del gobierno de Sánchez; la egoísta insolidaridad de los nacionalistas catalanes y vascos; la rapacidad arbitraria de la Agencia tributaria; los liberados sindicales que se niegan a reincorporarse al trabajo sanitario o el fanatismo sectario de la ideología de género en las manifestaciones feministas del 8-M, verdadero foco de infección y expansión del coronavirus. Todo eso exige, presuntamente, acciones penales. Sin embargo, a la vez, se han visto otras cosas. Mi amigo Pedro que, siendo médico jubilado, se ha presentado voluntario en IFEMA; Juan Carlos, que leyó mi artículo sobre la minusválida condenada junto con su nieto de cuatro años a morir de hambre por la Agencia tributaria y apareció en su casa con bolsas de comida para resistir la epidemia; Amancio – al que Podemos odia porque representa todas las cualidades de las que carece – que, una vez más, realizó millonarias aportaciones a la salud pública; Isaac y María Jesús, al pie del cañón en su trabajo con más entusiasmo que nunca; Alicia, que, a pesar de sus problemas familiares, no ha dejado de pensar en cómo aliviar el dolor de otros; Lorenzo, que ha sido despedido de los dos trabajos que tenía gracias a las medidas de este Gobierno, y sigue levantándose cada mañana peleando para mantener a su esposa y a sus dos niños pequeños; Miquel y Gabriela vigilando en las redes sociales la intoxicación del Gobierno y junto a ellos, esos empresarios que han cambiado la producción habitual para poder fabricar mascarillas o guantes y ayudar a que la epidemia no se extienda; esos agentes del orden que tienen que comprarse su propio material de protección porque era más importante subir el salario a las policías catalana y vasca o transferir dinero al gobierno de Cataluña para que perpetrara su golpe; ese personal de la sanidad que se enfrenta a pecho descubierto a la muerte sin ceder un paso en la lucha y sin dejar de contar bajas en sus filas y en las de los enfermos. Sí, si algo está dejando de manifiesto esta crisis es quienes son los ciudadanos que España necesita y quienes constituyen una chusma peor que el coronavirus a la que habrá que pedir cuentas.
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