Gobierno de España

La opinión de Francisco Marhuenda: ¿Oposición o palmeros?

No hay ganas en el Gobierno de contar con la oposición salvo para exigir su adhesión inquebrantable a los principios del movimiento social-comunista.

Con la excusa de la crisis, el Gobierno pretende que la oposición se convierta en sus palmeros. Este es un género político muy habitual en el modelo partitocrático español que desde el siglo XIX tiene una tendencia irrefrenable al caudillismo. En aquella época eran los famosos espadones, militares liberales pero autoritarios incluso sin importar si eran moderados o progresistas, siempre dispuestos a salvar a la patria, aunque ésta no lo necesitara. Desde la Guerra de la Independencia, las sobrevaloradas Cortes de Cádiz y su mitificada, ineficaz y plúmbea Constitución de 1812 hasta nuestros días, los españoles hemos mostrado una notable habilidad en organizar conflictos y desaprovechar las oportunidades para situar España en el papel que le corresponde en el mundo. El sistema caciquil de la Restauración, tan estudiado y lógicamente criticado, se reproduce desde la Transición, aunque adaptado a los nuevos tiempos. El pernicioso modelo electoral ha ido generando progresivamente la recuperación tanto del populismo más soez como de los políticos palmeros dispuestos a glosar las virtudes de cualquier líder, no importa si local, autonómico o nacional, con tal de garantizarse un sueldo público.

Y ahora llegamos a esta crisis que muestra lo mejor y lo peor. Lo que podemos constatar es que no hay ganas en el Gobierno de contar con la oposición salvo para exigir su adhesión inquebrantable a los principios del movimiento social-comunista. Es decir, que sean tan palmeros como los dirigentes territoriales del PSOE o de Podemos con sus respectivos líderes. Ni más ni menos. Sánchez pierde una gran oportunidad al no actuar de una forma distinta que le hubiera permitido conseguir el mismo resultado. Hasta Vox, expresión de todos los males para esta izquierda simplona que nos ha tocado sufrir, estaba predispuesto inicialmente a prestar su apoyo al igual que el PP y Cs. Por ello, no tenía más que meter a la oposición dentro de un mecanismo, formal o informal, de consultas diarias. La verdad es que yo los hubiera vuelto locos con llamadas y más llamadas explicándoles todo. No hay nada mejor que tener a la gente ocupada para conseguir que no enreden. Es decir, llamada por la mañana, al mediodía, la tarde y la noche para contarles las últimas novedades. Y, por supuesto, informe tras informe hasta llenar el correo electrónico de sus señorías. Ahora lo tiene difícil, porque la oposición no tiene vocación de palmeros.