Opinión

Los Gallart

Los Gallart fueron una familia que construyeron en 1895 el palacio de «Les Heures», probablemente uno de los edificios más bonitos de Barcelona y que se encuentra en la colina Turó de la Maria, en el barrio de Horta y cerca de Collserola. En 1893, los terrenos fueron adquiridos por Josep Gallart Forgas, un indiano enriquecido en Puerto Rico, que encargó la construcción del palacio con el deseo de crear una residencia para la familia. Millonario por sus negocios de azúcar y navieros; un coleccionista y mecenas, repatrió su capital a Catalunya con la pérdida de las colonias y, como tantos catalanes que hicieron las américas, usó su capital en embellecer la ciudad condal y la costa catalana. Los Gallart, invirtieron su capital en la empresa «Hispano-Suiza», de la que además serían directivos del exitoso proyecto español.
En 1936, tras el estallido de la innoble guerra civil, los ricos y burgueses catalanes huyeron del oasis por temor a ser asesinados a manos de la turba de ERC, con dispares destinos entre Italia y San Sebastián. En septiembre de 1936, se instaló en Sevilla y junto a su socio Miquel Mateu (posteriormente alcalde de Barcelona), establecieron una fábrica para construir motores para la aviación italiana. Por ello no es de extrañar que, en 1938, el general Alfredo Kindelán –a la sazón responsable de la aviación franquista– recibiese una carta en su cuartel de Salamanca, firmada por Josep Gallart Folch, el hijo del rico indiano, en el que le suplicaba que bombardease su casa en Barcelona, el palau de les Heures, por saber que en su mansión residía confortablemente rodeado de su amante y sus aduladores el trágico y vil Lluís Companys, que ejercía de presidente de la Generalitat de Catalunya. La carta venía acompañada de todo tipo de detalles, localización y fotografías, para que las bombas «nacionales» arrasasen la propiedad de los Gallart, la misiva manuscrita terminaba con un ruego «he de repetirle ahora, mi general, que mi mayor deseo fuera que todos estos datos pudieran ser medios útiles para el castigo de quien tanto daño ha hecho también a nuestra Patria». Por suerte para la familia Gallart, el bombardeo no se produjo, y el malandrín Companys pudo seguir ejerciendo sus funciones, dictando sentencias de muerte y posteriormente huir con deshonor a Francia. Luego vendría su apresamiento y vil ejecución, pero es otra historia. Pere Gallart i Folch, abogado barcelonés, fue uno de los primeros integrantes del «Terç de Requetès de Nostra Senyora de Montserrat», organización de miles de voluntarios catalanes que huyeron de Catalunya para integrarse en un cuerpo del ejército nacional, integrado exclusivamente por catalanes. Paradojas de la vida, y que resultó diezmado al ser expuesto en primera línea de la guerra en todos los frentes. Un último Gallart a reseñar, fue Alexandre Gallart i Folch, jurista i político de la «Lliga Regionalista», fue «conseller de treball» de la Generalitat de Catalunya en 1935 y, como todos los Gallart, huyó de Catalunya, instalándose en Burgos donde sería asesor del primer gobierno de Franco y desde 1939, dirigiendo la acción sindical. Fue autor de reconocidas obres sobre el mundo laboral, como «Derecho español del trabajo» (1936), «El ocaso de una gran utopía» y «Consideraciones sobre el pensamiento político de la Edad Contemporánea» (1941). En los años cincuenta la familia Gallart vendió el palacio, y hoy es propiedad de la Diputación de Barcelona y uno de los principales centros universitarios.