Opinión
Deslealtad
Esta semana hemos asistido a una incalificable actuación del presidente del Gobierno en el Congreso, así como a una arrogante actitud e inusitada crispación con la que solicitó la prórroga del estado de alarma y la posible elaboración de unos pactos de estado, a la vez que insultaba al principal partido de la oposición, algo inimaginable en un país azotado por la crueldad de la pandemia del virus. Pero además se ha desenvuelto con una falta de respeto hacia la propia Cámara ante la que debe rendir cuentas, expresando que depende de su voluntad cada cuanto puede comparecer ante la misma para solicitar la prórroga del estado de alarma. Nada más lejos de la realidad, como reza el art. 6 de la ley reguladora de los estados excepcionales: «1.-La declaración del estado de alarma se llevará a cabo mediante decreto acordado en Consejo de Ministros.» En el decreto se determinará el ámbito territorial, la duración y los efectos del estado de alarma, que no podrá exceder de quince días. Sólo se podrá prorrogar con autorización expresa del Congreso de los Diputados, que en este caso podrá establecer el alcance y las condiciones vigentes durante la prórroga.» Esto quiere decir que el primer plazo lo determina la ley, quince días, pero los de prórroga los propone el Gobierno y los establece el Congreso. Los poderes excepcionales con los que dota el estado de alarma al Gobierno central son de tal naturaleza que exigen un permanente control del Congreso sobre su actividad, y comparar este control con el control que se puede ejercer por las asambleas autonómicas sobre gobiernos autonómicos que solo conservan la gestión ordinaria de sus competencias dentro del marco de las ordenes de la autoridades central, el Gobierno de la nación, es además de un desahogado atrevimiento, un acto de deslealtad hacia esas administraciones y un desprecio a millones de españoles. La pregunta es ¿cómo alguien que quiere erigirse en un hombre de Estado como lo fue el presidente Adolfo Suárez, pretende abordar unos pactos sobre estas dosis de crispación, enfrentamiento, división y disolvencia? ¿Cómo alguien que ofende a la oposición sonriendo a independentistas y batasunos pretende erigirse en algo para lo que no muestra ni disposición ni convicción suficientes? La lealtad es un camino de doble sentido, para pedir hay que dar.
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