Opinión
El oráculo de Delfos y el de Washington
Los intentos de adivinación son tan antiguos como la humanidad. Griegos, primero, y luego Romanos, recurrieron a los oráculos, desde el de Delfos, en Grecia, hasta el de Sibila, en el oasis de Siwa, en el desierto de Libia, quizá los más afamados. Los de Didina, en Asia Menor, y Dódona, Olimpia y Delos, en la península helena, también tuvieron prestigio. Anunciaban el futuro a través de intermediarios, de la interpretación de señales físicas e incluso del sacrificio de animales. Miles de años después, como en la antigüedad, los oráculos están en los centros del mundo moderno, hablan también a través de sacerdotes o sacerdotisas y se concentran en la interpretación de señales, casi siempre económicas, analógicas o digitales. El Fondo Monetario Internacional (FMI), en Washington, dirigido por Kristalina Georgieva, es el gran oráculo actual. No es el único. Ahí están la Reserva Federal Americana, también en la capital norteamericana, o el Banco Central Europeo (BCE), en Frankfurt y hay más. Y todos tan falibles como sus ancestros grecolatinos.
El FMI es también un oráculo universal y el que arrastra una espectacular trayectoria de errores de prospectiva, lo que no impide que su palabra sea tan esperada como atendida. El FMI,en donde ejerció como suma sacerdotisa Christine Lagarde, ahora al frente del BCE, habla hoy al mundo para desgranar sus previsiones sobre el impacto en la economía del Covid-19. La bola de cristal del FMI, escrutada por Kristalina Georgiva y sus acólitos, ofrece imnágenes sombrías, muy sombrías, para el mundo, para Europa y también para España. El Gobierno de Pedro Sánchez lo sabe desde hace unos días y, sin duda, la visión del oráculo influyó para iniciar la deshibernacón económica. Los detalles se conoceran a mediodia de hoy, primera hora en Washington, pero Nadia Calviño ya los ha explicado en la Moncloa, en donde todo se acumula porque, por ejemplo, muchos afectados por los ERTE no han podido cobrar en abril –se paga el día 10 ó siguientes si es festivo– y se estudía cómo podrían hacerlo a finales de mes. Además, han tenido que apagar el incendio de la orden ministerial que, diga lo que diga Ábalos, sugería la apertura de un portillo a la legalización de los «okupas» y despedía un tufillo expropiatorio. Hoy el oráculo de Washington anunciará tiempos duros, aunque intentará interpretar las señales de la forma más benigna posible. El panorama real, no obstante, dantesco. La economía de la eurozona puede caer entre un 6 y un 10% este año. La historia dice que esos batacazos se amplifican en España y aunque el FMI evita decirlo el PIB podría retroceder hasta un 12%, algo que hipotecaría el futuro de una generación. La gran esperanza es que, una vez más, como sus ilustres antepasados, el oráculo de Washington, el FMI, patine una vez más más.
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