Opinión

Desbordamiento

Si es que no podía ser, tanta chulería. Si es que hasta la Guardia Civil –acostumbrada a la jerarquía militar y a obedecer– se ha plantado. Se están forzando los goznes del Estado de Derecho. Hay que ver la que pasó Mariano Rajoy para consensuar el muy blandengue artículo 155, que ni PSOE ni Ciudadanos permitieron que aquello durase lo necesario para poner calma. Y ahora llega el tiquismiquis de entonces, Pedro Sánchez, y aprovecha el estado de alarma sanitario para hacer cambios legislativos tan profundos como cargarse la reforma laboral o negociar con los independentistas.

Con treinta, cuarenta mil, cincuenta mil fallecidos por coronavirus –que ni se sabe cuántos son, que esa es otra– la prioridad de un país no pude ser hacer malabarismos para mantener un Gobierno con gente tan anti sistema como Podemos. No digo yo que la oposición no haya forzado máquinas, pero tampoco el presidente ha hecho nada por un gobierno de concentración. No ha movido un dedo. Todo era, mueve tú ficha que yo no voy a dar nada a cambio.

Lo cierto es que el poder parece ser el gran objetivo del manipulador nato que es Sánchez. Metió la pata en el 8M, por mantener el apoyo del feminismo más montaraz y podemita. Se ha pasado ocho pueblos buscando amarrar el estado de alarma a costa de negociar con gentuza. Y ahora veremos si no ha incurrido en delito, porque obstaculizar el trabajo del poder judicial es atacar directamente la línea de flotación del sistema.

La destitución del muy implacable y ejemplar Pérez de los Cobos huele mucho a «precio» de los independentistas –esta vez, los catalanes– y ha desatado una cascada de dimisiones tan grave que exige el cese del Ministro del Interior. Pedir al jefe de la Guardia Civil datos debidos sólo a una jueza, puesto que se han recabado en el ejercicio del Cuerpo de la Benemérita como policía judicial, es traicionar no sólo al poder judicial, sino a la ciudadanía.

Basta ya de chulerías, repito. No todo vale. No pueden producirse en un período tan grave como esta crisis del coronavirus excesos ideológicos, negociaciones políticas extremas y abusos de poder que bordean la prevaricación. La gente está manifestándose y hay verdadero temor en la calle –no sólo entre VOX, que las caceroladas y movilizaciones las frecuenta todo tipo de gente– a que repitamos la senda bolivariana. España ha sufrido demasiado y no se merece esto. Si lo que vemos es tan sucio ¿cómo no será lo que se está blanqueando en las cloacas del Estado? Que dimita el ministro Marlaska o que lo cesen. Basta ya de estado de alarma político. Es hora de pedir perdón y volver a estilos europeos de dirección.