Opinión
Mejor parados que libres
Lo malo del ingreso mínimo vital del Gobierno es precisamente el Gobierno. Nada que objetar a que las personas sin ingresos –o sin salario suficiente– cobren una ayuda del Estado. De hecho, eso ya está vigente. Entrevisté el pasado sábado en Cope a una madre de tres hijos que vive con ellos en una habitación y que, por culpa del coronavirus, ha perdido lo que ganaba limpiando. A eso no hay derecho.
Tampoco es raro plantear el sueldo universal en una sociedad donde parece que el pleno empleo será difícil, en la medida en que seamos sustituidos por la inteligencia artificial. En Estados Unidos intentan calcular los impuestos con los que las empresas deberán «indemnizar» socialmente por la sustitución de hombres por robots. Hasta la derecha europea ha abordado el debate, consciente de que una sociedad con riesgo de pobreza y marginación en tan amplias franjas no es posible en paz.
El problema es que esto lo encabece el actual Ejecutivo y, más exactamente, Podemos, que se lleva el mérito indudable de haberlo sacado adelante. Porque subyace en su planteamiento un sabor venezolano de lo más desagradable. El propósito, nada oculto, de comprar voto a cambio de subsidiar a la sociedad se transparenta a las claras. A veces resulta difícil comprender la inquina de este partido hacia las empresas. Máxime cuando acaban de dar importantes portazos Nissan, Arcelor o Easy Jet. Para entender, basta calcular en escaños cada una de las medidas de Iglesias. Mejor parados que libres, es la filosofía.
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