Estudiando las raíces psíquicas y sociales del odio, el filósofo Cornelius Castoriadis, que comenzó siendo marxista para después renegar del marxismo (como Felipe González; pero haciendo el camino contrario de muchos socialistas españoles recientes) dedujo que el odio psíquico era condición esencial de las guerras. No su causa, sino la munición espiritual que los individuos precisan para entrar en acción...
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Escrito por
Escritora y periodista española, ganadora del Premio Nadal en 2002 y finalista del Premio Planeta en 2008.
Buenos días,
bueno, leyendo su artículo, se podría encontrar la justificación a lo que ocurre y vemos que ocurre en el Congreso, por ejemplo, donde hay una dialéctica como dice usted bastante cargada de odio. Pero yo diría, que en su análisis faltaría tratar de buscar el origen de tal odio, como en la relaciones causales, donde hay siempre causa y efecto, ¿verdad? Siempre hay una bola A que precede a la bola B y que es causante de su movimiento, ¿no? Según usted, ¿cuál cree que es la causa u origen de ese odio que divide según usted a las sociedades, hasta que prevalece uno u otro grupo?. Me parece que con esta disquisición suya, lo que se trata de hacer es difuminar ese origen, y por tanto, equiparar las responsabilidades de los grupos que participan de esa división.
Está muy bien planteado el asunto, sin duda, pero no se ajusta a la realidad.
Habrá que investigar sobre el origen del mal un poco más, para intentar aclarar la cuestión, ¿no le parece?, puestos a justificar, hágalo bien.
Completamente de acuerdo con usted Doña Leonor. Doña Ángela una vez más difumina la realidad, tal y como usted expresa, poniendo un manto de espesa niebla y usando entelequias que vienen bien a su ego, pero que se alejan de la realidad. Creo que una vez más a la Sra. Vallvey le traiciona su tipología de carácter. Doña Ángela es, sin lugar a dudas, una bienintencionada pacificadora. Busca la paz, rehuye el conflicto y distorsiona la realidad. A través de su ego no se logra nunca la tan ansiada paz pero nuestros egos nos hacen caer una y otra vez en las mismas trampas. No voy a hacer una disertación sobre su tipología de carácter, pero le animo a que profundice sobre ello. Creo que le resultaría de interés. Un abrazo Doña Leonor.
No simplifique usted tanto por favor. Acaba de etiquetar de una manera tan simplista a los españoles, que me parece peligroso, ya que contribuye a abonar el cultivo de los verdaderos odiadores y malhechores para que éstos multipliquen sus cosechas. ¡Qué miedo!