Opinión
El cambio vasco
La política vasca se enfrenta en las próximas elecciones a un cambio de eje y al final de la hegemonía peneuvista (el tiempo de Patxi fue un reajuste) que se recompuso con el pragmatismo de Imaz y Ortúzar. Los resultados de las últimas generales en el País Vasco, las del 10 de noviembre, dan al PNV el 32% de los votos y a la suma de Podemos y Bildu el 34%. Los mercachifles de la demoscopia dirán que cada elección es distinta y no se puede extrapolar. Los socialistas, que ahora gobiernan con el PNV; tendrán que elegir. Además en el parlamento de Vitoria se pueden presentar dos candidatos a la investidura. Su reglamento en la Resolución sobre «la investidura del Lehendakari» dice: «En el sistema autonómico vasco, en cambio, los grupos políticos con representación parlamentaria pueden presentar candidatos a través de sus grupos parlamentarios, por lo que es posible que se presente más de un candidato, tal y como atestiguan los precedentes». Quizá ya hayan elegido, el pacto de la abstención de la quinta prórroga que tanto alarmó por la derogación total de la «Reforma laboral» es el acuerdo seminal del nuevo gobierno vasco. Es el escenario ideal con una hacienda propia, un nivel de autogobierno al que le faltan las cárceles y un par de cosas más y una presencia en Madrid necesaria. El acuerdo, como el que se mantiene con ERC, es tú gobiernas en Madrid y nosotros en Barcelona y Vitoria respectivamente. ¿Qué papel le queda a un PNV que ha sido muleta de ese gobierno? En primer lugar tratar de mejorar resultados, exhibir esa fórmula política posibilista y casi paradisiaca del «ven y cuéntalo», siempre al servicio de las causas más rentables. Mientras tanto, hacer gala del «kit democratacristiano» que todavía guardan en los cajones. Ese que tiene amabilidad, sonrisa y cuchilladas ¡Andreotti, pues! Así que estos días en los que pasan cosas y se hacen cosas conviene que los cabos se aten con la premisa de a quién benefician y a quién perjudican. Siempre es mejor que no se vea la mano que mece la cuna… así que para soltar lo de la ministra de Igualdad es más apañado que lo haga la prensa de derechas y que el periodismo patrio se enrede en el «off the record» o en el «on the rocks». A estas alturas conviene saber que todo lo que se canaliza a través de un medio de comunicación no es periodismo y que las órdenes de despacho tampoco lo son, aunque tengan apariencia , y «si non è vero, è bien trovato»… por los heroicos furores.
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