Opinión

Chile decimonónico

El nacimiento y acceso de Chile a la independencia contó con dos grandes figuras: José de San Martín y Bernardo O’Higgins. El ejército de San Martín producía, a su paso, el nacimiento de nuevas nacionalidades. A O’Higgins le sirvió para conseguir la independencia chilena y librarle de sus más directos rivales, los Carrera, uno de los cuales, mediante un golpe militar, cerró el Congreso, destituyó a ocho diputados y nombró una Junta de Gobierno. Cuando O’Higgins tuvo en sus manos el gobierno de Chile, se planteó dos cuestiones de la máxima importancia: por una parte, el temor a conceder a la sociedad libertades plenas, cuestión que le llevó a abolir la nobleza de la sangre; por otra parte, se propuso intentar transformar las bases coloniales de la sociedad, a través de un nuevo planteamiento de la instrucción pública. Pero tuvo una contrariedad en su gestión del gobierno: el fusilamiento de los Carrera y del guerrillero que había sido el precursor de la llegada del ejército de San Martín, Manuel Rodríguez. Si la sublevación del general Ramón Freire representa un simple episodio, no cabe duda que supuso también el asentamiento de un estado de opinión, tan es así que O’Higgins se vio obligado a dimitir de su puesto de Director General ante una Asamblea el 28 de marzo de 1823. En su puesto fue nombrado el general Freire, a lo que hay que añadir la anarquía política y la crisis económica por los elevados intereses del empréstito inglés: el año fiscal de 1825 hizo presa en el país con 1664 pesos en las cajas públicas.

Freire renunció y fue elegido presidente el general Blanco y Calvo de Encalada, uno de los forjadores de la Armada chilena. Pero pronto el problema financiero le hizo dimitir, haciéndose cargo del poder el vicepresidente Agustín Eyzaguirre. Nuevamente Freire, sucedido por Pinto y Prieto, y una gran figura política que detuvo la anarquía, Diego Portales, secundado en lo económico por el ministro Rengifo. Portales fue la figura fuerte de Chile, quien organizó la nación contra la anarquía, fundado en principio de una autoridad inconmovible. Contra el militarismo organizó una poderosa Guardia Nacional, creó un Senado conservador y redujo el bandidaje en los campos, en protección radical de las haciendas. Finalmente, un fuerte poder ejecutivo suprimió las asambleas provinciales al considerarlas focos de dispersión de política nacional. Todo ello quedó plasmado en la constitución de 1833, que es el verdadero legado político de Portales. Además, su importancia quedó demostrada en la guerra contra la Confederación peruano-boliviana; pero pronto se pasó a la dictadura, demostrándose, en definitiva, que todavía la base de un sistema político reposaba sobre un predominio oligárquico, que llevó a efecto Manuel Montt.

De 1840 a 1870 se sucedieron tres presidentes en un ambiente de orden público y prosperidad nacional: Manuel Bulnes, Manuel Montt y José Joaquín Pérez, con unas bases generales que fue el mantenimiento constitucional mediante el uso de dos grandes resortes que fueron «facultades extraordinarias» y «elecciones dirigidas».

En el decenio de Manuel Bulnes (1841-1851) surgió en la escena chilena un grave elemento que importó las ideas liberales: Francisco Bilbao. Considerado uno de los gobiernos más importantes del siglo XIX, pues en él se asentaron las bases del régimen republicano, aportó la colonización austral que proporcionó un importante crecimiento de la riqueza nacional mediante la explotación de lanas, maderas y carbón submarino. Manuel Montt (1851-1861) movilizó las reservas nacionales, pero sobre todo protegió el comercio y aumentó el mundo de los negocios consiguiendo una balanza económica muy favorable. Durante su mandato se promulgó un Código Civil, obra de Andrés Bello. Pero la alianza defensiva de Chile con Perú el 5 de diciembre de 1865, conocida como «Tratado de Alianza ofensiva y defensiva de 1865», condujo al conflicto con España, que tuvo manifestación en una guerra naval, llevada en las costas por la armada de Méndez Núñez al mando del «Numancia». La tregua entre España y Chile se llevó a efecto con la mediación de los Estados Unidos.

Un momento histórico de cambio significó el desencadenamiento de un proceso revolucionario y de guerra civil en 1891, conflicto armado entre los partidarios del Congreso Nacional y los del presidente José Manuel Balmaceda, que inaugura una nueva etapa, cristalizada en la revolución de dicho año, que dio paso al nuevo siglo XX. Adquiere protagonismo el poderoso grupo industrial y minero. El aumento de las rentas públicas y otros desarrollos financieros e industriales y los nuevos partidos políticos de todas gama que marcan una línea. Sobre muchas de estas ideas dispone el ilustre teólogo P. Ángel Llorente, L.C., a través de su vivencia chilena.