Opinión

Matar a un ruiseñor

«Matar a un ruiseñor» de Harper Lee, tiene un lugar destacado en mi memoria. Fue la primera novela que afané en la biblioteca de mi tía, en mi ansia devoradora de leer y también de poseer y atesorar ciertos libros indispensables en mi vida. La historia que cuenta es tan dura como inolvidable. Y taladra el corazón. Y lo hace porque sabemos que episodios como el que describe, de una condena injusta a una persona negra, han sido, por desgracia, habituales en la historia de EEUU. Conviene recordarlo y avergonzarse. Si no hubiera libros como este, tal vez pensaríamos que nunca ocurrieron. Ahora resulta que han retirado este título de los de lectura obligatoria en EEUU, por considerarlo «políticamente incorrecto». Así que muchos niños norteamericanos pasarán por la escuela y crecerán sin saber que hechos como que los narrados en este libro, forman parte de su historia más oscura. HBO, por su parte, ha retirado de su catálogo «Lo que el viento se llevó». Maravillosa película, que obliga a severas reflexiones. El mal no desaparece de la faz de la tierra por eliminar las soportes donde se cuenta con minuciosidad. Y ni las películas ni las novelas deberían servir para moralizar o adoctrinar, pero es cierto que quien lee o mira amplía su mente, reflexiona más y juzga menos porque aprende a tener más empatía y a comprender a los demás. Hay malvados que se emborrachan con palabras escritas o imágenes cinematográficas, pero también hay quien no llegó a ser malvado, porque leyendo o yendo al cine entendió el dolor que podía causar. ¿Acabarán censores y cobardes arrebatándonos conmovedoras historias de ficción, para que veamos la vida solo a través del telediario?