Opinión

Rivadeneyra-Aribau

Manuel Rivadeneyra Reig nació en Barcelona en 1805 y fallecería a finales del mes de marzo de 1872 en Madrid, tras una grave crisis asmática. Personaje ninguneado en Catalunya por su compromiso en la promoción de la lengua castellana, fue unánimemente reconocido por los literatos como el gran impresor y editor español. Revolucionó la edición con novedosas técnicas publicitarias, la producción de folletos para la difusión de las obras que editaba, el marketing moderno con anuncios insertados en la prensa y la innovadora idea de presentar libros. Hombre emprendedor y un patriota, promocionó el bilingüismo y la unidad de Catalunya con el resto de España, a través de la lectura y de los libros. Su familia sufrió cárcel durante la guerra de la Independencia, exiliado en Francia donde estudió pilotaje de barcos, terminó trabajando de cajista en una imprenta, adquiriendo los conocimientos más modernos para convertirse en editor. De regreso a Barcelona publicó el diario «El Vapor», y desde dónde planificó una idea vital, la edición de una colección de clásicos españoles, con rigor filológico para ofrecer al público las obras maestras de la lengua castellana, que sólo estaban al alcance de los eruditos y muchas de ellas se encontraban agotadas, dispersas o eran de difícil localización. Para ello decidió emigrar a Chile, con la intención de hacer fortuna y financiar su empresa. Instalado en Valparaíso, compró el diario «El Mercurio», convirtiéndolo en el más moderno del continente, por la calidad de su tipografía y por sus innovaciones publicitarias. De vuelta a España en 1846, y con dinero suficiente para impulsar su sueño, editó la Biblioteca de Autores Españoles –«BAE»–, cuyo primer tomo fueron las obras completas de Miguel de Cervantes, y puso bajo la dirección a Bonaventura Carles Aribau. Y no es baladí recordar quien fue Aribau, el autor del poema «Oda a la Patria», publicado en el periódico «El Vapor» de Rivadeneiya y que se considera el punto de inicio de la «Renaixença», el movimiento que facilitó el renacer de la literatura catalana, y cuyo poema nos recuerda con melancolía la tierra catalana y su cultura. Muchas fueron las dificultades económicas y los avatares que sufrió Rivadeneyra, pero con su tesón y bonhomía consiguió en 1856 el aldabonazo esperado, a través de la mano del diputado Cándido Nocedal, quien presentó una proposición en las Cortes para que el Gobierno adquiriese ejemplares de la colección con destino a diferentes organismos públicos, y por ende obtuvo la esperada financiación al ambicioso proyecto. En 1863 editó las obras completas de Cervantes, en doce tomos, pero cuando estaba concluyendo la impresión del tomo 66 de la «BAE», falleció. Sería su hijo Adolfo, quien, finalmente, pondría fin a la colección al publicar los tomos ya encargados, que llegaban hasta el número 70, al que añadió un último volumen 71 con los índices generales. En la Biblioteca de Autores Españoles se encuentran representados los más importantes escritores de la literatura española. Aribau publicó en catalán en un periódico editado en lengua castellana y empezó la recuperación de la lengua lemosina. Rivadeneyra encargó a Aribau la «BAU». Catalán y castellano, las dos lenguas hispanas, hermanadas por Aribau y Rivadeneyra .