Opinión

Bloques

El panorama electoral que dibuja la encuesta de NC Report publicada ayer en las páginas de LA RAZÓN señalan algunos elementos relevantes. A pesar del progresivo final del confinamiento, que tantas alegrías debía traer a la población española, el principal partido del Gobierno sigue perdiendo apoyos en el electorado, en total más de medio millón de votos, un 7,7% de los votos recibidos el 10N. También pierde unos cuantos Podemos (250.000 votos de los 3,1 millones que recibió el pasado 10N, algo más, proporcionalmente, de los que pierden los socialistas). Se reproduce por tanto ese clásico español que es la desmovilización de la izquierda y el consiguiente avance del centro derecha. En realidad, este también pierde (un 4% el PP y un 3,9% Vox), pero los movimientos de Vox al PP y la desmovilización de los contrincantes en la izquierda llevaría a un aumento de los escaños del PP. En total, el centro derecha (incluido Ciudadanos) lograría los 169 escaños frente a los 142 de la izquierda.

Sin desplome del PSOE, la encuesta indica la factura que los socialistas pagan por su gestión de la crisis. No beneficia más al centro derecha por la división de este, división a la que por el momento no se percibe solución alguna, por importante que pueda resultar ese realismo que lleva a unos 340.000 votantes de VOX a desplazarse hacia el PP. Así que a falta de una mayoría absoluta, todo quedaría otra vez en manos de los nacionalistas.

Desde esta perspectiva, el panorama no es demasiado alentador. Cualquiera de los dos bloques tendrá que seguir pagando un precio muy alto para seguir gobernando, y siempre a los mismos y en la misma dirección. Con alegría más o menos fingida y compartida dentro del PSOE, que tendrá que esforzarse por pintar de alegres colores federales la confederalización cada vez más profunda del país. Y con la esperanza de frenar esa misma deriva en el centro derecha, si es que se logra que Vox y el PNV confluyan en el apoyo a un mismo gobierno. En este panorama de tensión entre los dos bloques, destacan los 280.000 votos que pasarían del PSOE al PP y que, curiosamente, no se mudan a Ciudadanos. Parece que el giro de Cs no es bien comprendido por unos electores que se inclinan, sin acabar de aclarar la situación, por las opciones con posibilidades de gobernar.