Opinión
Jorge Javier quiere ser Adriana Lastra
Desde que “Sálvame” se transformó en un programa de “rojos y maricones2 perdió buena parte de su encanto transgresor, que es lo que lo convertía en un programa de culto a los Gómez de la Serna con tetas operadas. Rojos y maricones hay por todas partes, de hecho es muy vieja normalidad, un aburrimiento, prefiero el momento mariquita de la República Dominica o de Puerto Rico, no me acuerdo, con Lidia Lozano. En ningún lugar se suceden tantas escenas delirantes como en ese plató cuando daba los mismo ser hombre, mujer, viceversa o Leticia Sabater. “Sálvame” había inventado la pansexualidad audiovisual. Una planta podría tener sexo y hasta ser puta, puto o pute. Hasta que Jorge Javier entró en Estado de Alarma y vino a joder la política como le hubiera gustado a Adriana Lastra, que mira que se esfuerza la chica pero no pasaría el casting de “Supervivientes”. Lo más escandaloso que ha hecho es llamar “cacatúa” a Teodoro García Egea. Me da un poco igual que el presentador se revista de totalitario y tilde de “fascistas” a todo el que no piense como él. Al cabo, forma parte del circo. Que diga lo que quiera. Lo que hemos descubierto es que hasta el corazón tiene ideología y que el mayor espectáculo del mundo es la política. Maravilloso grand guignol. “Tengo la sensación de que si no tuvieras problemas económicos no estarías aquí sentada”, le espeta María Patiño a Carmen borrego, como si fuera un Rufián más o las decenas de diputados que no hacen otra cosa que vender su vida por un puñado de insultos. Belén Esteban ha revalidado su título de “princesa del pueblo”, de todos los que como ella están hasta la tortilla de patatas de las grandes pifias que cocina el Gobierno. Lo ha vuelto a hacer. Sin haber pisado Oxford. Mientras Jorge Javier pasa el momento de derribar estatuas para hacerse perdonar que no es del pueblo que tanto le sigue. No sería de extrañar en este momento raro que Moncloa quiera hacerle ministro. No por rojo y maricón, que puede que también, sino por esta otra faceta de conseguir que la propaganda izquierdista se cuele entre las yolas de la Berrocal. Para esta semana del orgullo gay, un polígrafo con el ministro Marlaska. A ver qué tiene que decir Conchita de la destitución de Pérez de los Cobos y de la sauna de Villarejo. “Sálvame Moncloa” en lugar de Piqueras.
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