Opinión
Junípero facha
La iconoclastia que vivimos en EE UU no es la de quienes rompen con la opresión. Los nuevos bárbaros creen pelear contra siglos de miedo, pero demuestran una asombrosa tendencia a confundir la historia con un parque temático. Tumban estatuas de Isabel la Católica pero no alientan un alzamiento contra los dogmas. La emprenden contra Alonso Quijano porque su reino no es de este mundo. Operan en clave simbólica, poética. Más allá de la empanada ideológica, y de la humillada sumisión al relato enemigo de lo hispano, sorprenden los intentos de algunos por minimizar la marea censora. EE UU sufre un periodo de neomccarthismo. Me enternece cuando tratan de explicarme que no, que no existen problemas con la libertad de expresión y no hay por qué temer la cancel culture. O que no es cierto que el director Spike Lee haya tenido que pedir disculpas por haber hecho algo así como una tímida defensa de Woody Allen. O que tampoco sucedió que las memorias de Allen, que ya no puede estrenar sus películas en EE UU, hayan sido saludadas por periódicos como «The Washington Post» como si se tratara de la autobiografía de Jeffrey Dahmer, alias el Caníbal de Milwaukee. A Stan Wischnowski, editor del «Philadelphia Inquirer», no lo han despedido por un titular. James Bennet, jefe de Opinión del «New York Times», tampoco ha dimitido después de publicar un artículo de un senador republicano. Claudia Eller, editora de «Variety», no ha corrido una suerte similar. David Shor, que trabajó en la campaña de reelección del presidente Obama, no fue despedido por tuitear un paper de Omar Wasow, profesor de Princeton, que analizaba los efectos de las protestas violentas y no violentas en la opinión pública estadounidense de los años sesenta. A Harald Uhlig, profesor de la Universidad de Chicago, no lo han despedido del «Journal of Political Economy» porque no le parece buena idea estrangular la financiación de la Policía. A W. Ajax Peris, profesor en UCLA, no lo investigan por usar la palabra «nigger» durante una conferencia sobre la historia del racismo en EEUU. La palabra estaba incluida en la «Carta de la cárcel de Birmingham», escrita por MLK, que Peris leyó en voz alta como parte de una charla sobre el racismo. ¿Problemas con la libertad? «No sé de ke me hablas facha, ke eres más facha que Fray Junípero Serra».
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