Opinión

Suma cero

La suma cero es que ninguna persona puede mejorar su condición sin empeorar la de otra persona. Marx cree en la suma cero: el beneficio de los empresarios brota de la explotación de los trabajadores. Asimismo, el sistema capitalista extiende su dominio inicuo sobre la base de la violencia y la destrucción, en un proceso que solo puede desembocar en la sustitución del terrible sistema liberal por un benéfico sistema socialista. El capítulo 24 de «El Capital» termina así: «El capitalismo nace chapoteando sangre y lodo, de la cabeza a los pies”.
Leí un artículo del sociólogo Stephan Lessenich en «El País» que denunciaba la hipocresía de las sociedades ricas, porque se negaban a reconocer que su bienestar se fundaba en el robo de recursos a los países pobres, en el trabajo infantil y en la liquidación del planeta. Por tanto, el «capitalismo democrático está llegando a sus límites y no se prolongará indefinidamente».
Nos lo merecemos por habernos dedicado a «adueñarnos del trabajo, las tierras, la sabiduría, la vida de otros pueblos…una estructura socioeconómica que solo funciona a costa de terceros». La única solución es superar el «individualismo liberal» y lograr una «revolución cultural»; no cabe respetar la libertad de las personas, porque «al mundo no lo cambiamos a base de decisiones individuales». La conclusión del sociólogo es que necesitamos «un nuevo contrato social…no queremos seguir viviendo a costa de otros».
Lo que dice Lessenich no parece ser cierto. El ser humano en el contexto de las instituciones liberales no es destructor, sino creador, y no hay suma cero sino suma positiva: por eso el bienestar del mundo ha aumentado, el trabajo infantil ha disminuido, el medio ambiente ha mejorado, y cientos de millones de personas han dejado atrás la pobreza después de la caída del Muro de Berlín.
Porque, efectivamente, don Stephan, hubo un muro, que blindaba el sistema que no era capitalista ni liberal, donde sí hubo una revolución cultural, donde no se respetaron las decisiones individuales, sino que se impuso un nuevo contrato social que mató de hambre a decenas de millones de trabajadoras. El anticapitalismo sí que es una suma cero. O negativa.