Opinión
La muerte inútil de los héroes
Las elecciones del domingo en el País Vasco van a poner de relieve, si no hay quien lo remedie, el dominio absoluto de los nacionalistas en ese territorio español. Se cumple así la profecía de Arzallus: ETA mueve el árbol y el PNV recoge las nueces. O dicho de otro modo, un poco más brutal: los populares y los socialistas ponen los muertos, y los herederos de Sabino Arana se quedan con la herencia. Este año bisiesto, tan alterado, apunta para ellos buena cosecha: entre el PNV, EH Bildu -los genuinos herederos de la banda- y el fronterizo Elkarrekin Podemos, que está más allá que acá, lo acaparan todo. Esta vez no hay trazas de que florezca allí la sangre de los mártires.
En general, los nacionalistas no se consideran españoles -lo ha confesado Urkullu, aunque no hacía falta-, pero les votan los «maketos», llegados -ellos o sus padres- de las distintas provincias españolas en busca de pan y de justicia. La presión social, las ikastolas, los complejos de inferioridad y la prolongada ausencia del Estado, igual que en Cataluña, explican la funesta anomalía. Y, lo que es más llamativo, el Partido Socialista Obrero Español, que un día no lejano fue allí fuerza dominante y núcleo original del socialismo español y de la UGT desde la margen izquierda del Nervión, se pone, complaciente, al servicio de los «abertzales», con lo que abandona sus principios, va perdiendo su identidad y lleva camino de la insignificancia.
No deja de ser enternecedora, en estas circunstancias, la foto de Casado (PP) y Arrimadas (Cs) saludándose con el codo bajo el árbol de Guernica, con las banderas de España y de Europa detrás, presentándose, después de observar la deriva del PSOE con Pedro Sánchez, como la única alternativa constitucionalista al nacionalismo. Hasta fueron recibidos con un «aurrescu» y despedidos con el «Gernikako Arbola». Los dos políticos, unidos en este trance, representan, desde este lugar simbólico, el reducido espacio de la españolidad y de la defensa de la Constitución en aquella tierra. Parece, según las encuestas, que los electores vascos les darán la espalda el domingo, y los dos partidos que aspiran a gobernar juntos en España quedarán en esta comunidad reducidos a la mínima expresión. Lo de «España Suma» parece que en el País Vasco resta, porque allí la política es al revés. Rige la regla primitiva de los «nuestros» y los «otros». Y ganan siempre los «nuestros». Es la perversa anomalía nacionalista. Y, así, pocas veces la muerte de los héroes resulta en apariencia más inútil.
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