Opinión
“Nadia Calviño”
No basta tener el magnífico currículum de la vicepresidenta Económica del gobierno social-comunista. Esto último siempre será un hándicap.
Nadia Calviño era una buena candidata, pero también sus oponentes. El patriotismo no nos tiene que cegar. La elección del nuevo presidente del Eurogrupo era complicada y reñida. Era un partido que se debía y se podía jugar a pesar del riesgo de una derrota. La Unión Europea es un terreno de juego complicado y no basta tener el magnífico currículum de la vicepresidenta Económica del gobierno social-comunista. Esto último siempre será un hándicap. No por socialista, evidentemente, sino por comunista. La trayectoria académica y profesional de la candidata española es tan conocida como excelente, por lo que resulta ocioso glosarla. Es indudable que España ha ido perdiendo peso en las instituciones europeas y esta debilidad se ha incrementado como consecuencia de la gravedad de la crisis económica que nos afecta. Esto hace que no estemos en nuestro mejor momento. No hay que olvidar que Sánchez consideró que acudir al fondo de rescate era algo normal. Es verdad que las instituciones y mecanismos están para utilizarlos, pero un rescate significa condiciones y control externo de la política económica española. Una de las razones por las que Rajoy no pidió el rescate fue, precisamente, porque se pasaba de jugar en primera división a segunda.
A esto hay que añadir que los juegos políticos europeos son siempre complejos y rebuscados. Una cosa es tener los votos y otra la promesa, porque el resultado no se sabe hasta el día de la votación. Sánchez e Iglesias no podrán culpar esta vez al PP, que ha mostrado claramente su apoyo, algo que no hizo en su día el PSOE con Miguel Arias Cañete o Luis de Guindos. Ha sido interesante comprobar que el presidente del Gobierno reconoció, en una entrevista publicada este miércoles en el «Corriere della Sera», que nunca se ha planteado pactar con el PP. Estas cosas no importan porque la «Brunete de la izquierda» arremeterá contra la oposición. Es la culpable oficial de todo lo que suceda. Sánchez, le guste o no, está abocado a una política de trincheras porque ha comprado la paz social al sentar a Unidas Podemos en el Consejo de Ministros. A la marginación de la oposición, que se conoce muy bien en la UE porque para algo están los embajadores, se une la gravedad de la crisis. Esto explica, junto a los intereses nacionales, que Calviño lo tenía complicado a pesar de ser una excelente candidata.
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