Opinión
Vocación
El título del documental lo dice todo: “Vocación”, inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo. Dirigido por el cineasta Polo Menárguez, cuya madre enfermera se ofreció como voluntaria en plena pandemia, es un homenaje a los médicos muertos en Madrid por la Covid 19. Los protagonistas tenían la vocación de salvar vidas, pero per-dieron la suya. En nuestro vocabulario aparecería la palabra “héroes”, pero los testimonios de sus familiares nos sacan del error: no eran héroes, tampoco mártires; solo hicieron lo que tenían que hacer o lo que creían que debían hacer. Rechazan que les llamen héroes porque eso podría invitar a pensar que murieron en un acto magnánimo y consciente, cuando lo hicieron por falta de protección y de medios. “Vocación” no es un tributo sensible y sentimental; es conmovedor, emocional, humano, es una caricia convertida en arañazo que rompe la piel y la atraviesa para quedarse dentro. Pone rostro y nombre a los sanitarios fallecidos, como lo hizo la portada de The New York Times que emocionó al mundo al publicar los nombres y apellidos de los 100.000 muertos por COVID en la ciudad, en vez de limitarse a publicar la cifra. Los nombres humanizan los dramas, los hacen reales, devuelven la veracidad arrebatada por los números fríos. Deberían visionarlo los responsables de un sistema que les dejó solos, y todos esos irresponsables que acuden a fiestas o a vitorear a su equipo de fútbol sin las medidas de protección básicas. No hay héroes en esta historia, pero sí hay villanos. No olvidemos a las víctimas porque los siguientes podemos ser nosotros.
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