Opinión
La resaca
Lo que ocurrió el domingo en Galicia y el País Vasco ilumina aspectos de la política nacional y puede provocar en los dirigentes algunas reflexiones y quizá ligeros cambios de rumbo. Poco más. Estas elecciones regionales tienen sus peculiaridades. Tanto el rotundo éxito de Feijóo como el triunfo cantado del PNV obedecen a una trayectoria política y personal muy consolidada e imbatible por ahora. Puede decirse, si acaso, que es un triunfo conservador. Los electores, en tiempos de preocupación, han apostado por lo seguro. Los dos carteles han atraído el voto de gentes de distinto signo político en un ejercicio transversal de realismo y sensatez. Esto no tiene equivalencia en unas elecciones generales.
Pero de estos comicios se pueden sacar algunas conclusiones de largo alcance. La primera es el estrepitoso derrumbamiento de Podemos, que parece difícilmente recuperable y que deja a su líder en penosa situación. A Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, lo ocurrido le corta las alas. El cielo queda muy lejos. Su influencia en los manejos del poder, ya en entredicho por sus líos judiciales y sus desvaríos con la prensa, sale muy debilitada. Sus votantes se trasvasan de forma natural y torrencialmente a los nacionalismos de izquierda. El crecimiento de estos -BNG y EH Bildu- es la noticia más inquietante de estas elecciones. El Partido Socialista se ha visto sobrepasado ampliamente por ellos en los dos sitios. A Sánchez le ha valido de poco ejercer el poder. Queda lejos de la cabeza, descolgado en los dos sitios.
También la derecha, en esta hora de la resaca, tiene motivos para la reflexión. El gran triunfo del PP en Galicia se ve ensombrecido por el fracaso en el País Vasco. Sin caer en la simpleza de que en Galicia ha ganado Feijóo y su estilo moderado y en Euskadi ha perdido Casado y su apuesta radical, hay que reconocer el evidente contraste de imágenes y de estilo en un sitio y en otro. Pero Pablo Casado apadrinó tanto a Feijóo en Galicia como a Iturgaiz en el País Vasco. En este segundo caso, no podía ofrecer más signos de moderación que ir de la mano de Ciudadanos y de la moderada Arrimadas. Y ya ven. En la campaña vasca se ha mirado más hacia atrás que hacia adelante. La asignatura pendiente del PP es que carece de un proyecto atractivo, con un equipo consolidado al frente, para el País Vasco. Lo mismo le ocurre en Cataluña. Y le va a costar recuperar la iniciativa y el tiempo perdido en esta dos comunidades tan peculiares y decisivas.
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