Coronavirus

El avance del covid-19

Un aspecto preocupante, espero que sea solo una percepción, es que el Gobierno no ha elaborado planes para afrontar los diferentes escenarios

El fin del confinamiento generó un falso estado de tranquilidad en la inmensa mayoría de la población. Habíamos sufrido un duro y largo confinamiento para hacer frente a la pandemia porque la cadena de contagios era imparable. El sistema sanitario estuvo al borde del colapso. Un virus que no tiene hasta el momento una vacuna provocó una crisis mundial, con las consecuencias económicas que estamos sufriendo. El escenario se irá agravando conforme aflore una realidad que ahora está adormecida gracias a los ERTE, el ingreso mínimo vital y el teletrabajo. El coste crece de forma imparable mientras descienden los ingresos tributarios. Con la conclusión del estado de alarma se produjo un relajamiento porque los datos eran muy positivos. Habían desaparecido las angustiosas imágenes diarias de las UCIs, las camillas o las ambulancias. El número de fallecidos se reducía progresivamente y pasó a convertirse, dicho respetuosamente, en un dato que no producía inquietud. Es comprensible que el regreso a la normalidad, aunque fuera incompleta, y las noticias positivas comportaran necesariamente una relajación que es muy perniciosa porque el coronavirus sigue muy presente.

Un aspecto preocupante, espero que sea solo una percepción, es que el Gobierno no ha elaborado planes para afrontar los diferentes escenarios. Las críticas que surgen desde las distintas administraciones son sintomáticas de ello. No podíamos seguir instalados en el confinamiento, no sólo por cuestiones económicas sino porque la sociedad no podía aguantarlo. Hay medidas que todos deberíamos tener muy claras como son la distancia social y el uso de mascarilla y de jabones para desinfectar las manos que son un peligroso medio de transmisión de la enfermedad. La realidad es que hay numerosos brotes y parece que se pueden controlar estableciendo restricciones entre la población afectada. La duda sobre los instrumentos legales que se tienen que emplear muestra que no se han hecho bien los deberes o que las administraciones no han recibido la suficiente información. Era evidente que se iban a producir rebrotes. No soy un experto, sino que reproduzco lo que han dicho aquellos que lo son y no me refiero, por supuesto, al pintoresco y sobrevalorado Simón, que es sobre todo un médico convertido en portavoz y, desde luego, no es un referente en el mundo científico. Es algo fácil de comprobar con sus escasas publicaciones. En lo personal me resulta agradable, pero no le han hecho un favor elevándole a los altares.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).