Opinión
El último servicio de un gran Rey
Con respecto a los ataques de los comunistas que no hicieron la Transición y que son antifranquistas de salón es mejor ignorarlos
Don Juan Carlos ha sido una de las grandes figuras de la Historia. Con gran visión llevó a término el tránsito de la dictadura a la democracia. Felipe González señaló, acertadamente, que fue constitucionalista antes de que se aprobara la Constitución. Es difícil encontrar una definición más precisa y justa para quien fue un extraordinario jefe del Estado. Desde que asumió la Corona, con los enormes poderes que le otorgaban las leyes franquistas y a los que voluntariamente renunció, hasta su abdicación estuvo movido por el servicio a su patria. No es perfecto, ningún humano lo es, pero en lo que respecta al ejercicio de su alta magistratura fue, simplemente, ejemplar. No es ocioso el respeto que le profesaron los exiliados, los que participaron en la Transición y la inmensa mayoría de políticos, la admiración internacional y el cariño que recibió siempre del pueblo español. Ha sido, sin lugar a dudas, el mejor embajador de nuestro país y su papel en la Historia es incuestionable. Con respecto a los ataques de los comunistas que no hicieron la Transición y que son antifranquistas de salón es mejor ignorarlos. Lo mismo sucede con los independentistas y los antisistema que quieren destruir España. El tiempo sitúa a todos en su lugar.
El rey Juan Carlos no se ha exiliado, sino que se traslada fuera de España. Esto significa que regresará cuando lo considere conveniente y se aleja de la injusta e injustificable cacería que se ha desatado. Ha tomado una decisión acertada y conociéndole es fruto de una profunda reflexión sin ningún tipo de interferencia buscando «lo mejor para España y la Corona». Esto facilita la tranquilidad y sosiego que necesita Felipe VI para seguir con su excelente labor como jefe del Estado. La repercusión pública de «ciertos acontecimientos de mi vida privada» había alcanzado un nivel insoportable y, al menos, no tendrá que leer rumores convertidos en noticias, las filtraciones interesadas y sufrir la estrategia de defensa de unos investigados. Es una decisión buena, efectivamente, para España y la Corona. Es no conocerle pensar que no antepondría esto a sus intereses personales. El profundo amor y admiración que siente por su hijo, que ha mostrado y dicho en numerosas ocasiones, se concreta en una decisión personalmente difícil pero muy acertada. Don Felipe VI es el rey que necesita la compleja España de nuestro tiempo. Ha actuado siempre con eficacia, responsabilidad y transparencia.
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