Opinión
Cerdada irresponsable
Aún a riesgo de azorar los pilares de alguna creencia religiosa, el perdón y el arrepentimiento están sobrevalorados, especialmente desde que ambas se producen como un postureo mediático, una obligación estética en redes sociales, buscando más salir del paso que mostrar un remordimiento sincero. Arrepentirse y pedir perdón no soluciona nada, sobre todo si se hace obligado por la presión social y las circunstancias.
Las imágenes de un DJ del grupo Les Castizos escupiendo alcohol a los asistentes a una fiesta en un chiringuito de Torremolinos y el posterior arrepentimiento del personaje escupidor a través de un vídeo en redes, es buena muestra de ello. Arrepentirse por algo hecho o dicho solo porque te han pillado es una manera de escurrir el bulto, una burda operación de marketing, un intento de lavar una imagen que mancha solo por el simple hecho de verla, más que de un verdadero sentimiento de contrición. Y, por supuesto, una manera de atenuar las posibles consecuencias de una posible imputación de un delito contra la salud pública.
No es que expeler alcohol y babas incumpla las medidas de protección y seguridad ante el coronavirus, es que semejante comportamiento incumple los baremos del más elemental sentido común: llenarse la boca de alcohol bebiendo a morro de una botella y escupirlo a los demás a modo de aspersor, es insensato, amén de una cerdada, con o sin pandemia. Mal el DJ, mal el chiringuito –ya cerrado cautelarmente–, que también repartió pegatinas para tapar las cámaras de los móviles, y mal los asistentes al evento, que parecían disfrutar con la barbaridad.
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