Opinión
Irene y Pablo
Podemos amenaza con no apoyar los presupuestos de su propio gobierno porque Podemos, bendito sea, vive feliz ensotanado de antisistema y, al mismo tiempo, ungido de patrón de los guripas, controlador de los espías del CNI y repartidor de canonjías públicas. Sostiene Irene Montero que «cumplir el acuerdo de gobierno implica cuidar la mayoría parlamentaria que lo hizo posible». Hace unos días su churri, Pablo Iglesias, calificó de «mala noticia» la suspensión del tercer grado de los golpistas. Como si entre las atribuciones de un vicepresidente figurase cuestionar las resoluciones judiciales. La parejita aspira a que los políticos encarcelados reciban la clase de mimos que jamás dispensan los jueces a un camellito o un robagallinas. Pablo e Irene, Irene y Pablo, son los Bonnie y Clyde de nuestra izquierda reaccionaria. Unos Iman y David Bowie sin belleza o talento. Elsa y Rick en una Casablanca de serie B donde Elsa trabajara de ayudante de Rick y Rick hiciera horas extras como portamaletas de los señoritos del Pnv y Erc. Caerán porque en el mundo de la política nada aguanta peor que un perdedor y ellos no hacen sino coleccionar derrotas desde que laminaron la disidencia del niño Errejón, que aguarda turno para recibir un guiño del Psoe, y desde que atrajeron a su vera a un Pablo Echenique convertido ya en campeón mundial de la malafollá, el rencor de clase y los hectolitros de babas descorchados en honor de Otegi y el resto de asesinos. Caerán porque ni siquiera dos agapornis concebidos para sepultar todos los principios de la izquierda pueden engañar a todo el mundo sine die. Pero hasta que digan ciao y acompañen al siniestro Monedero como contertulios ricamente pagados les falta por completar el destrozo de las instituciones liberales, la demolición del fair-play y la compra/venta del resto del arsenal puritano y posmo. El hijo del «padre frapero» (Iglesias dixit) y la investigadora que nunca llegó a Harvard administran la gestión del odio, cultivan las pulsiones mesiánicas del votante, combaten los anhelos de la Ilustración y parasitan las demandas de igualdad y justicia de los canis al tiempo que reclaman beneficios penitenciarios para los conjurados contra la democracia. Irene y Pablo, Pablo e Irene, se reclaman la Rosa Luxemburgo y el Palmiro Togliatti de la orquesta roja. Más bien son los Bud Spencer y Terence Hill de la progresofobia.
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