Cuenca
El misterioso robo de un helicóptero en Cuenca
Todo puede pasar en 2020. O eso, o nuestra vida exterior se ha frenado tanto por la covid-19 que ya imaginamos películas emocionantes hasta en las noticias.
Este 2020 va dejando titulares propios de una película de ciencia ficción, de cine apocalíptico -o peor-. A lo largo de estos últimos meses, uno ha tenido que tragar saliva o pestañear dos veces antes de asumir que lo que estaba leyendo era real y no una exageración, un chisme de pueblo o un bulo.
«Un jabalí roba un portátil a un hombre desnudo que tomaba el sol en un parque», leí el viernes en la Prensa germana. Y obviamente pinché para saber si era una certeza. Las imágenes del nudista persiguiendo al cerdo salvaje con la bolsa de su ordenador amarilla otorgaron de autenticidad al titular. Es 2020, y aunque pensemos que el mundo se ha congelado, este año todo puede ocurrir.
España tampoco se quedaba corta el viernes en su dosis de noticias «curiosas». «Roban un helicóptero contra incendios en Cuenca» y horas después: «Localizado en buen estado en Córdoba el helicóptero robado en Cuenca».
Llevarse un Bell 412 no es como robar un monopatín en una terraza o «quitar un caramelo a un niño». Más, si se realiza un vuelo nocturno. No todo el mundo está preparado para tal tarea y menos para hacer 400 kilómetros sin llamar la atención durante la madrugada. A las 3:50 de la mañana, en la Brigada de Refuerzo de Extinción Incendios Forestales (BRIF) de la base de Prado de los Esquiladores, en la serranía de Cuenca, informaban del hurto del helicóptero en sus instalaciones.
Horas después, la Guardia Civil localizaba la aeronave, fabricada en Babcock International, «en buen estado» y sin un rasguño en una finca en Fuente Obejuna, Córdoba. Los ladrones lo escondieron en un pajar, bajo una enorme lona de plástico para evitar los avistamientos desde el aire y las fotografías satelitales. Sin embargo, el lienzo estaba roto, por lo que llamó la atención de los investigadores. Lo que más preocupa a las autoridades, no es solo que el robo estuviera planeado al milímetro, sino la enorme experiencia de vuelo de los cacos.
Además de saber pilotar un Bell 412 en plena noche y sin levantar sospechas, lograron desactivar el sistema de seguimiento. Por lo que al igual que los casos de coronavirus en España, el rastreo de la aeronave resultaba imposible. La hipótesis de que los ladrones conocen al dedillo los entresijos de la ciberseguridad de los sistemas de vuelos da miedo; que resulte demasiado fácil desinstalarlos, aún más.
Asimismo, los ladrones pudieron repostar en la base de Cuenca antes de emprender el rumbo hacia Córdoba. Por decencia o para pasar más desapercibidos, quitaron el contenedor de agua, que se utiliza en las labores de extinción de incendios. Lo que a muchos les puede parecer una novatada, o una broma de borrachos, podría acabar relacionado con el narco en nuestro país. Tal vez fuera la preparación de una fuga de un importante líder de un cártel de una cárcel española.
Todo puede pasar en 2020. O eso, o nuestra vida exterior se ha frenado tanto por la covid-19 que ya imaginamos películas emocionantes hasta en las noticias.
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