Opinión
De lo público a la gente
Señas fundamentales de identidad del fascismo son el antiliberalismo y la defensa de lo público. Comprendo que esto moleste a los progresistas que creen ser antifascistas, pero lo creen porque no han prestado atención a Hitler ni a Mussolini.
De hecho, no han prestado atención ni a Franco, que también era un antiliberal, partidario de intervenir en el mercado laboral y de regular los precios de los alquileres, igual que los progres de Podemos. Para más Inri, populistas, comunistas y socialistas quieren regular los precios por las mismas razones que esgrimían los franquistas.
En esta confluencia, sobre la que alertó Hayek en 1944 en «Camino de Servidumbre», existe un deplorable olvido de lo que debería ser el primer objetivo de la izquierda, de Paulita Naródnika y sus huestes populistas: la gente. En realidad, ni Paulita ni los suyos han defendido nunca a la gente. Ellos son la casta, la elite, y gobiernan para imponer a la gente lo que ellos creen que es bueno para la gente. Ellos, que, como son profesores, creen que saben.
Veamos el caso de la Sanidad pública, el gran tótem de estos enemigos de las trabajadoras. Como dice el médico inglés que escribe bajo el seudónimo de Theodore Dalrymple, los cánticos en favor de la sanidad pública «confunden deliberadamente el sistema sanitario con la devoción y la destreza de las personas que allí trabajan. No son lo mismo, ni de lejos. Y es probable que los buenos resultados se produzcan a menudo a pesar del sistema, y no gracias al mismo».
Lo más inquietante para los autodenominados progresistas sería percatarse de que lo público no es de la gente. Lo que es de la gente es lo privado. En efecto, lo público es de los políticos, los burócratas, y los grupos privilegiados de presión, empezando por los sindicatos y siguiendo por los empresarios prebendarios que viven del Presupuesto y los privilegios de las Administraciones Públicas.
En El Corte Inglés, que es privado, si usted no queda satisfecha, señora, le devuelven el dinero. Eso es cuidar a la gente. No intente usted hacer lo mismo con la Administración.
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